miércoles, 5 de septiembre de 2018

Homenaje pixelado


Mientras que la mayoría de jugadores de videojuegos chorrea con lo más puntero de las novedades anunciadas por las grandes compañías, una pequeña bazofia hecha videojuego ha abierto brecha en el mercado de forma inesperada, agotándose sus 5 unidades nada más salir a la calle y convirtiéndose en un muy buscado artículo para los coleccionistas, que ya han empezado a ofrecer grandes sumas de dinero y estupefacientes para conseguirlo.

Me refiero, obviamente, a lo último de la desarrolladora Arzisoft: “Lestat, el Vampiro”, un videojuego que solo conocen 4 mataos y el indecente sujeto que lo ha creado utilizando el conocidísimo programa RPG Maker, e invirtiendo muchos años de su vida. Mira que se podían hacer cosas en ese tiempo, y el tío lo ha usado para hacer ESTO. Y es que hablamos de un videojuego que prestigiosas eminencias han tildado como “una paja sin fin” –Meristation-, o “una puta mierda de juego” –el padre del creador-. Lo que está claro es que no deja a nadie indiferente, y el único punto en común en el que todo el mundo está de acuerdo es en lo nocivo que resulta para la salud.

La leyenda urbana es cierta, el juego existe.
Y si repites su nombre tres veces delante de un espejo, se te aparece Mariano Rajoy  y te roba la cartera.
Como el afortunado poseedor de una de las limitadísimas unidades, he tenido el gran honor de poder jugarlo hasta ponerme enfermo y casi tener que pedir la baja en el trabajo. De modo que, ante las demandas del pueblo, me he visto en la obligación de arrojar algo de luz sobre tal despropósito con este análisis que os traigo hoy. Pero antes un par de aclaraciones para los que no sepan de qué mierdas hablo.

Cuando no era más que un chaval de instituto, uno de mis mejores amigos comenzó a hacer un videojuego usando el RPG Maker, que no es más que un programa para el desarrollo y creación de los llamados “videojuegos de rol”, o RPG-s clásicos. Pasados los 30 y viviendo lejos del pueblo en el que crecimos, terminó ese proyecto tan personal como hilarante en el que nuestra cuadrilla aparece como personajes protagonistas, camuflados bajo sus apodos y nicks de internet.

El juego está mimado y lleno de detalles que solo un verdadero cariño por lo que se hace pueden ofrecer, pero no deja de ser una broma entre amigos llena de chistes burdos, irreverentes y muy políticamente incorrectos que harán llorar a los ofendiditos que pululan hoy en día por la red si les da por jugar a esto con su habitual estrechez de miras. Avisados quedáis para el día en el que esta mierda se libere en digital, al fin y al cabo estamos hablando de la obra de un adolescente terminada a lo largo de muchos años, y su humor… pues es el de un adolescente sin ningún tipo de filtro. Pero además de esto, el videojuego no solo es un muy bonito homenaje a la cuadrilla de amigos en general, también lo es a cierta persona en particular que desgraciadamente ya no está con nosotros, y a quien no dejamos de echar de menos.

Una vez aclarado el origen de esta abominación, pasamos al análisis de la cosa esta.

El primer aviso en pantalla de la amenaza a tu cordura viene en la forma de un maravilloso estofado de píxeles.
La historia del juego y su guión, han sido completamente improvisadas según la marcha y no tienen ningún puto sentido, ni lógica alguna. Desde los continuos altibajos de la trama con sucesos “porque sí”, hasta el humor y los chistes de mal gusto, pasando por la continua apología al consumo de drogas y al uso de la violencia para resolver problemas, todo es absolutamente perjudicial para nuestra salud mental a nada que intentemos darle sentido. Pero en el momento en el que se lo consigamos dar, descubriremos el original argumento que esconde todo este sindiós y que tan solo hemos visto un millón de veces antes: El reino de Setheus, ubicado en la isla del mismo nombre, está siendo amenazado por el poder oscuro del nigromante Darkmoon y solo el protagonista, un paria de la sociedad, un delincuente buscado por la ley y que recién experimenta sus nuevos poderes tras convertirse en vampiro, tiene la capacidad de detenerlo. A través de la historia, jugaremos como Lestat el vampiro, conociendo aliados y amigos, rivales y enemigos, y en más de una ocasión nos preguntaremos si le han echado farlopa o algo al juego, porque no seremos capaces de desengancharnos y hacer algo más productivo, como regar los geranios del balcón.

Sexo, drogas y rock & roll. Volverás a sentirte joven.
En el apartado gráfico nos encontramos con un juego que hará sangrar nuestras corneas. Estamos hablando de un RPG clásico de la época de las consolas de 16 bits. Esto supone enfrentarse a píxeles como garbanzos que aumentarán nuestras dioptrías a cada minuto de juego frente a la pantalla, y que probablemente cause ictericia a los más jóvenes, acostumbrados como están a juegos modernos. Los más viejos que ya me estén llamando exagerado, pararos a contemplar un momento las gafas que reposan sobre vuestro tabique nasal y dadle un par de vueltas al tema. Una vez salvado este escollo, y habituados a los coloridos píxeles y a los ortopédicos monigotes de la pantalla, el jugador pronto se encontrará cual hipster en un Starbucks, disfrutando de una auténtica experiencia vintage que le transportará a tiempos pasados.

Y si los gráficos ya son toda una experiencia, el sonido es el no va más. El juego nos hace venirnos arriba nada más empezar con un atronador tema hevyata de Powerwolf acompañando el menú de inicio. Pero esta inesperada buena sorpresa se va por el agujero más hediondo en cuanto empezamos a jugar, y comprobamos la grotesca mezcla de música de alta calidad con temas de AC/DC o Metálica, melodías MIDI de 16 bits, y abochornantes efectos de sonido grabados a micro como eructos con reverb, que convierten la incoherencia y el absurdo en banda sonora. Toda una delicia para los amantes de la experimentación, pero una verdadera pesadilla para los jugones más ortodoxos a quienes les acabarán supurando los oídos.

No seré yo quien le lleve la contraria al niño.
Gracias a todo aquello que hicieron del género RPG lo que fue en la época de las 16 bits, como los combates por turnos, el inacabable inventario de ítems, las subidas de nivel de los personajes o las colosales mazmorras, la jugabilidad es el punto fuerte de esta malsana obra. Y es que además de las teclas del cursor para desplazarnos, dos teclas más serán suficientes para movernos por el mundo de juego, una para aceptar y otra para cancelar. ¡Dos teclas!, ¡DOS PUTOS BOTONES!, ¡DADME DOS BOTONES Y MOVERÉ EL MUNDO!. Si al igual que yo, ya estáis hartos de la complejidad de los videojuegos de ahora, con tropecientas opciones de juego en las que un botón sirve para sacar el arma, otro para apuntar, otro para atacar, otro para saltar, otro para el ataque secundario, otro para abrir el inventario, otro para recargar, otro para rascarse el culo… para luego tener que aprender nuevas combinaciones según si el personaje está en la ciudad, en territorio enemigo, conduciendo o de compras en el Ikea: ESTE ES VUESTRO JUEGO.

Un ejemplo de los complicados diseños de juego que se hacían antes de los dolores.
No empeceis a sudar, que los cálculos os los hace la maquinita.
En definitiva, un juego divertidísimo si se tiene claro desde el comienzo la mierda que uno se va a meter entre pecho y espalda, y se es capaz de sintonizar con su humor particular, claro.

Lo mejor: volver a jugar a un videojuego RPG de los de antes, con todo lo que ello conlleva sumado a un desvergonzado humor malo no, lo siguiente. Si encima perteneces o conociste a alguno de los miembros de la cuadrilla de amigos protagonista, reírte y emocionarte por igual con algunos de los chistes privados será inevitable.

La cuadrilla al completo a punto de reventarle los morros al villano de turno.
Lo peor: su final abierto. El juego solo es la primera parte de la historia, y su final no está cerrado, lo que te deja con más mono que Maradona viendo la serie Narcos.

A destacar: el homenaje tras el final del juego a una persona que se habría reido tanto o más que yo con esta parida tan bien hecha, y sin cuyo descubrimiento del RPG Maker este juego nunca hubiera existido.
Vale, confieso que se me humedecieron los ojos con la emotiva dedicatoria del final.

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