viernes, 22 de abril de 2011

ACTO 4 (Vol.2)


Bienvenidos de nuevo a esta hiriente sarta de mamarrachadas, completamente perjudicial para la salud mental, y que seguramente, esté prohibida por la convención de Ginebra, cosa que nos la refanflinfla completamente ya que aquí seguimos, erre que erre. Podeis llamarnos rebeldes si quereis.

Hoy continuamos con el segundo volumen del cuarto acto de la campaña "El Enemigo Interior", una partida que estuvo llena de tensión, intriga, y dolor de barriga, y que de haber acabado de otra forma, habría hecho las delicias del director, y cronista de este blog para serviros, pudiendo tener una excusa para llevar Warhammer a cotas nunca vistas antes, y forrarme de paso con un nuevo juego de mi creación ambientado en la franquicia: Warhammer Holocausto.

¿Qué por qué lo digo? Ya vereis, ya... Os dejo con el resumen de Leti, y mis siempre cómicas y nunca lo suficientemente bien valoradas, imágenes con chascarrillo.

3 de Pflugzeit:
 
Al bajar a desayunar la posadera nos hizo llegar un papel pero como ninguno sabemos leer ni escribir tuvimos que buscarnos la vida y acudir a Joseph, quien nos había llevado en su barco hasta la ciudad. Arty se compró unas ropas más mundanas para tratar de pasar desapercibido en “la fosa” tras la pelea de la tarde anterior y, de paso también, porque simular que era un noble ya no tenía mucho sentido cuando sabíamos que todo lo de la herencia había sido más falso que las balas del Equipo A.

Al regresar nuestro querido ladrón de tumbas nos informó de que en la nota Magirius nos citaba “urgentemente” en su casa de Adel Ring, el barrio de los adinerados.

Y en la mente de todos, apareció el almirante Ackbar avisando de lo evidente.

Aunque olemos la trampa a millas de distancia no evitamos el encontronazo, por que tampoco es que tuvieramos muchas más vías de investigación. Acudimos al artesano simpático que nos arregló las armaduras para conocer cuál es el escudo del gremio al que representa Magirius y, de ahí, a Adel Ring a buscar su casa.

La pequeña halfling consiguió colarse dentro de la casa con su hermano pero al escuchar un gruñido y más acojonada que Naranjito en una fábrica de Zumosol, hizo entrar al resto del grupo para que, una vez dentro, comprobásemos que nuestras sospechas eran ciertas:

Nos encontramos el cadáver del pobre Magirius tras su escritorio pero nos había dejado un buen regalo: con su propia sangre había escrito en el lateral de la mesa “ALMCN 1” (y lo que parecía un 3 o un 7). Pero en ese momento Arty, que vigilaba la calle desde la puerta de la casa, nos avisó de que varios guardias liderados por un hombre pequeño y de aspecto enfermizo iban a entrar en la casa. Salimos corriendo hacia el patio trasero pero un par de guardias atraparon a Ragnar antes de que pudiera trepar el muro, a pesar de que Karin encontró una escalera con la que hacerlo mucho más rápido.
Gracias a su puntería, Viktor logró apedrear al guardia que apresaba al enano dejándolo atontado y permitiéndonos aupar al mismo para salir cagando leches de allí.

Pero los guardias eran muy rápidos y, por supuesto, aparte de porque estaban vendidos a la orden de Teugen, el hecho de encontrarnos en casa de Magirius con su cadáver aún fresco no ayudaba. Finalmente Ragnar decidió sacrificarse para que el resto pudiéramos escapar. Se puso en medio para que los guardias intentasen arrestarle (aunque les costó lo suyo, dicho sea de paso), y los demás pudimos echar a correr en dirección a los muelles.
Al lado de este grupo, el tío de la foto llevaba una vida tranquila.

Una vez allí, decidimos sacar a la luz todo aquel jaleo cuanto antes, y así poder rescatar a nuestro compañero de las celdas de la ciudad,  colándonos en ambos almacenes a investigar:

- El número 17, que pertenecía a los Steinhäger, y allí solamente hallamos varias cajas con el vino que Joseph había llevado a la ciudad.

- En el número 13, perteneciente a los Teugen, tras mirar en el despacho encontramos cajas con velas negras, una túnica, cuchillos y algunos papeles que, por ciertos símbolos o escudos, nos parecieron sospechosos y/o importantes.

Claro que sí, lo mejor para que tus compañeros demuestren vuestra inocencia, es que se dediquen al allanamiento de moradas.

Sin dejar de correr por Tutatis nos metimos en el Berebeli, Joseph era la única persona ajena a todo lo sucedido que pensamos que nos podía ayudar. El querido amigo de Magmar no quería saber más de todo lo que nos había pasado desde que llegamos a Bögenhafen, pero al ver el papel que le enseñamos no pudo quedarse a un lado de lo que sucedía: en la nota se informaba del ritual que se iba a llevar a cabo esa misma noche, estaba firmado por Johannes Teugen y, para colmo, tenía dibujado un pentagrama.

Joseph nos hizo un casi-último favor: por consejo nuestro accedió a llevarles la nota y la información de que disponíamos a los sacerdotes del Templo de Sigmar, que bien es sabido que son quienes con mayor vehemencia luchan contra el caos en las ciudades.

Sin saber muy bien si los sigmaritas harían caso o no nos mantuvimos escondidos en el Berebeli hasta después de cenar. Con varias horas por delante hasta la medianoche, que era la hora clave para el dichoso ritual (cómo no), y con la luna Morrslieb a punto de echársenos encima con una maldita y verdosa sonrisa de satisfacción, nos acercamos al almacén 13 para comprobar que estaba bien protegido por los de “la banda de Jefferson”.

Ningún problema tuvimos para cargarnos a los dos primeros que se interponían en nuestros planes de desbaratar lo que tramaba Teugen: pedradas y ballestazos a cascoporro, no les dio tiempo ni a decir “sooocorrooo pa de caracol".

Escondimos ambos cuerpos (¡mierda! acabo de darme cuenta de que no los saqueamos después de esconderlos, cómo se nota que el jugador que lleva a Arty no estaba XD), y tras dar más vueltas que un tonto aquí y allá pensando en mil planes mientras veíamos llegar carruajes con gente, llegó la caballería: 6 sigmaritas bien uniformados y con bastante mala leche pidiendo entrar en el almacén. ¡Bien! ¡Habían acudido a la cita tras nuestro aviso! Al menos no estábamos tan solos en todo este jaleo… (fue un alivio, la verdad, ver que no todo el mundo en la ciudad estaba comprado por la dichosa “Ordo Septenarius”).


Yo también estaría aliviado teniendo a 6 tíos como este apoyando mis razones.
Mientras los sigmaritas discutían con los matones que protegían la puerta delantera se nos ocurrió la idea definitiva: prender fuego al almacén, con los cabrones ritualistas y herejes dentro, por supuesto. Así que recordando que habíamos visto botellas de vino en el almacén 17 nos dirigimos hacia allí cagando leches. Por desgracia no pudimos llevarnos ninguna pues había un vigilante en la misma que por poco nos pilla.
Así que con las manos vacías volvimos al 13 y, aprovechando la distracción que creaba la discusión, cada vez más acalorada, de los sigmaritas con los “guardias”, nos colamos en el mismo. Allí encontramos algunas botellas de licor y lo demás fue rodado: encerramos y atrancamos la puerta que daba al sótano, donde se estaba llevando a cabo todo el jaramillo, y prendimos fuego (gracias al aceite de lámpara de Arty) al lugar, volviendo a salir después sin ser vistos.

En pocos minutos se lió parda y a causa del humo que salía del almacén los sigmaritas entraron a la fuerza, los matones echaron patas y el fuego llamó la atención de todos los almacenes y casas adyacentes.

Vamos, que la liaron parda. Y sin mezclar "ácido clorhídrico con no sé lo que era"
Dentro se oían gritos y no tardamos en escuchar cómo algunos sacerdotes se encontraron con el sidral que había en el sótano. Mientras vecinos y trabajadores de los muelles ayudaban a sofocar las llamas del piso superior, nosotros bajamos al inferior para encontrarnos con varios sectarios entonando algo sin cesar, un sigmarita chamuscado en la pared y otro aún vivo peleando contra dos hombres, uno de ellos era el pequeño de aspecto enfermizo que vimos en casa de Magirius. Además, en el suelo había dibujado un enorme pentagrama rodeado de velas negras (“¡te vi a poner dos velas negras!”) sobre el cual estaba llevándose a cabo dicha pelea, y en la que estaba de pie con los ojos inyectados en sangre un hombre de piel muy pálida y de llamativa estatura que, sin lugar a dudas, era Johannes Teugen. Para colmo, como bien había dicho Magirius, una hermosa joven, claramente un sacrificio, yacía muerta con el corazón arrancado del pecho, tal como encontramos a Godri, el enano que hayamos muerto en las alcantarillas.

Ambos halflings se dedicaron a lanzar pedradas al jefe Teugen sin importar lo que pasase alrededor, por lo cual Viktor se llevó un buen relámpago que lo dejó bailando entre la vida y la muerte. Por su parte, Arty se apresuró a ayudar al sacerdote en la pelea contra el maldito Gideon (primo de Johannes que contaba con una lengua bífida), aunque saliendo bastante mal parado por un “fire bolazo” de Johannes; y Magmar, tras algunos tiros desde la distancia, se lanzó a por el cabecilla hacha en mano consiguiendo, tras algunos dramáticos instantes, matarlo.

Sin embargo, Gideon seguía vivo y pidiendo a los sectarios que no interrumpiesen el maldito cántico, lo cual consiguió solo hasta que el pánico pudo con ellos. Éstos salieron corriendo sin importar que los halflings siguieran en medio y, aunque Karin logró echarse a un lado a tiempo, todos temimos por la vida de Viktor cuando los 7 sectarios le pasaron por encima. Por suerte la peor parte se la llevó su armadura, pues esta vez la escasa armadura que llevaba salvó la vida del pequeño Villaverde, aún a costa de acabar hecha papilla.

Tras verse solo y abandonado a su suerte poco tardó Gideon en ser aniquilado también, explotando en mil pedazos mientras en nuestras cabezas resonaba una atronadora voz demoníaca que le anunciaba el castigo por no haber cumplido su palabra, y que después (no sin el acojono general presente) se llevaba los trozos de su cuerpo con unas garras que emergieron del suelo para desaparecer segundos después.

Y junto a la invocación demoniaca, jodieron también un final apocalíptico de proporciones bíblicas que el director esperaba desatar con ansia.

Una vez a salvo de demonios y rituales caóticos subimos para ayudar a extinguir el fuego pero pronto la guardia de la ciudad solicitó de nuestra presencia. No opusimos resistencia. Nos encerraron en el mismo calabozo en el que estaba Ragnar, con algunos moratones por el forcejeo con los guardias, y le contamos lo sucedido.



4 de Pflugzeit

Tras casi todo el día encerrados en el calabozo de la guardia de la ciudad nos sacaron del mismo exculpándonos de todos los cargos y falsas acusaciones que se habían hecho sobre nosotros. Gracias a la Orden de Sigmar, a los sacerdotes que estuvieron presentes en la escena del ritual y las palabras de Joseph asegurando que fuimos nosotros los que hicimos llegar el aviso a los mismos.

Una vez fuera, respiramos tranquilos el aire puro de la ciudad y nos fuimos derechos al Berebeli para celebrar con buen vino junto a Joseph que habíamos salido vivos, aunque no ilesos, de esta.


jueves, 14 de abril de 2011

ACTO 4 (Vol.1)

Lo sé. He tardado mucho en publicar esta nueva entrada, no tengo excusa. Pero sí una razón: El mundo real, esa cosa que existe más allá de las cuatro paredes y el techo de nuestra salita del rol y en el que te miran raro por resolver los problemas que acucian durante la jornada laboral tirando 1D100, me ha tenido totálmente absorvido (abducido diría más bien). Pero aquí estoy de nuevo, para alegraros, ponéroslas duras, y dilatar vuestros esfínteres con una nueva entrega de nuestras crónicas, escrita de nuevo por Leti.

Pero la cosa no acaba ahí, por que para compensar la falta de novedades en todo este tiempo, y dado que la última partida fue más intensa y dramática que un informativo presentado por Pedro Piqueras, Leti y yo nos hemos visto obligados a separar esta entrada en dos partes, como Kill Bill. Si Tarantino tuvo huevos de dejar a la peña a medias, nosotros también. Ala, por que yo lo valgo.

                                      Os lo dije: ¡Terrible! ¡Apocalíptico!

1 de Pflugzeit:
 
Seguía siendo fiesta en Bögenhafen aunque las tiendas en la ciudad ya comenzaban a abrirse de nuevo. Nos despertamos temprano para encontrarnos con Arty pescando con su pala.

Después de desayunar fuimos a la Imprenta Schultz & Friedman, allí conseguimos averiguar que fue el mismo Adolphus Kuftsos a quien matamos en Weissbruck, el que ordenó imprimir la carta dirigida a Kastor Lieberung.

Luego seguimos de paseo y en el Ayuntamiento preguntamos por el Baronet indicado en la carta y, sorprendentemente, no había dato alguno sobre su existencia. ¡Qué raro!

De vuelta hacia los muelles paramos a hacer el “hamaiketako” en la posada “El final del Viaje”, donde de paso pedimos habitaciones y comida para todo el día. Además así pudimos cotillear acerca de los Steinhäger (recordatorio: eran la familia que había dicho encontrar el esqueleto del goblin de 3 piernas el día anterior), averiguando que no eran una familia noble, sino de comerciantes adinerados. En el almacén de los susodichos nos mandaron ir a las Oficinas. Maldita burocracia, nos hicieron dar más vueltas que a un tonto… o a 5.

Cotillear, cotillearon desde luego. Solo faltaron estos a la cita para armarla con los trapos sucios de los comerciantes.

Antes de irnos a comer Viktor nos puso sobre aviso, sentía que alguien nos seguía… Mala cosa. Para rematar, un loco en los muelles señaló a Arty como el “que está marcado por el Caos”.

Aún así, nos acercamos a las Oficinas Steinhäger donde Heinrich, el hermano del mandamás, nos tomó los datos para posibles futuros trabajos en los almacenes. Hasta ahí ningún problema. Pero al salir de nuevo a la calle un grupo de 8 hombres con pinta de matones nos amenazó diciendo que “de parte de sus patrones, metiéramos las narices en nuestros propios asuntos”. Por supuesto, a Ragnar le pudo la lengua y se dispuso a seguirlos de mala leche, muy mala leche, buscando respuestas o bronca, que es lo que finalmente encontramos todos.
Y las calles de Bögenhafen se convirtieron en esto.
La pelea no empezó mal pero tras los primeros golpes ambos halflings quedaron para el arrastre mientras los enanos aguantaban el tipo. Todo sucedió en la calle a plena luz del día así que, por suerte, la gente rápidamente llamó a la guardia que no tardó en venir haciendo que los matones huyeran. Mientras que unos guardias salieron en persecución de los matones, otros dos se quedaron con nosotros ordenándonos no hacer ningún movimiento en falso mientras nos amenazaban con sus armas; pero la gente se puso de nuestra parte (aparte de eso, solo había que ver el lamentable estado en que estábamos algunos) y marcharon a ayudar a sus compañeros a capturar a los malnacidos esos.
Heridos y magullados, unos más y otros menos, fuimos al Templo de Shallya. Deberían sacar un bono o algo similar porque sin nadie que sepa curar entre nosotros, no van a ser precisamente pocas las visitas que hagamos a las bondadosas shallyanas. Al ir a sanar a Arty a la shallyana le fallaron sus plegarias, y se puso nerviosa argumentando que nuestro único humano está maldito. ¿Realmente lo está? Es algo que deberíamos parar a preguntarnos.

Durante la tarde-noche nos dedicamos a recopilar información sobre las 4 familias importantes de Bögenhafen. Ninguna de ellas era noble en realidad, simplemente familias que se habían adinerado gracias al comercio:

- Los Haagen comerciaban con productos de lujo y, sobre todo, lo hacían por comercio fluvial.

- Los Ruggbroder hacían lo propio con productos de la tierra y especialmente por carreteras. Era la familia más débil pero a su vez la que mejor relación tenía con todos los comerciantes.

- Los Steinhägger se dedican a distribuir productos provenientes de las grandes ciudades para abastecer a los asentados en las Montañas Grises a cambio de pieles.

- Los Teugen eran la “nobleza” de la ciudad sin duda alguna y la familia más antigua de Bögenhafen. Tenían buenas relaciones con los feudos y oficinas por todo el Imperio.
Desde que Johannes Teugen, el actual jefe de la misma llegó
, crecieron sospechosamente los beneficios de su familia quitándole el monopolio a los Haagen.

Tras una buena cena, nos fuimos a la cama bastante preocupados por todo lo sucedido. Salvo Ragnar, que solo tenía buenos pensamientos para el líder de quienes nos asaltaron en la calle.

“Le voy a dar tal hostia que le va a doler hasta a sus abuelos” (Ragnar pensando en lo importante de la vida).


Más tarde, se rodaría una película sobre lo que iba a ocurrir.

2 de Pflugzeit:
 
Tempranito dimos un paseo por el barrio de los artesanos dejando algunos las armaduras arreglándose. Luego otro buen paseo al otro lado del río Bögen, donde se encontraba el barrio pobre de la ciudad, más conocido como “la fosa”, pero con las ropas de noble de Arty poca gente se dignó a hablar con nosotros.

De vuelta en la posada “El final del Viaje” y antes de poder ponernos a comer llegó un hombre mayor con ropas pobres pidiéndonos hablar en privado cuanto antes. Una vez en la habitación que teníamos pagada, se presentó como Magirius, uno de los comerciantes importantes de la ciudad, y representante del gremio, al que no le había costado nada encontrarnos, ya que supuso acertádamente, que acabariamos alojándonos en la posada ofrecida por la ciudad cuando lo del goblin de tres piernas.

 Al parecer, según nos contó Magirius, hace tiempo los comerciantes de la ciudad crearon una orden secreta conocida como la “Ordo Septenarius” con el fin de ayudar a la ciudad en sus intereses económicos. La mayoría de los ciudadanos tenían conocimiento de esta sociedad secreta, pese a que sus miembros fueran anónimos por cuestiones de seguridad, y por que como ayudaban a diferentes grupos desfavorecidos de la ciudad, y pertenecían a clases altas, esto evitaba que fueran acusados de electoralismo. El fondo de la cuestión era otro sin embargo. Y es que como era de suponer en gente de negocios, los integrantes de la orden eran ambiciosos, y los intereses reales eran la adquisición de más poder en la ciudad, y de enriquecerse a costa de ello. El fundador y creador de todo esto fue Johannes Teugen, ayudado por un tal Gideon a quien nadie conocía y que decía ser un primo lejano venido desde la ciudad de Nuln, y pronto se hicieron reales oscuros rituales a los dioses del caos para beneficiar la economía de los comerciantes, con sacrificios incluidos, que Magirius no aprobaba, pero que terminaba tolerando, puesto que él también estaba metido en el ajo hasta el fondo, y ya no podía salir de la orden sin poner en peligro su vida. Pero todo se torció para Teugen, Gideon, y la orden, cuando nosotros metimos las narices hasta el fondo. Y es que el encuentro fortuito del templo en las cloacas, demonio guardián y pentagrama incluidos, cuando buscábamos el goblin de tres piernas, hizo que la orden temiera por que se descubrieran sus actividades reales, y es ahí cuando nos consideraron una amenaza a eliminar si seguíamos indagando tras quedarnos sin la recompensa por capturar el goblin del doctor Malthusius.

 Magirius había decidido que ya había llegado lo suficientemente lejos, y tras los últimos rituales de la orden, y sabiendo que al día siguiente Teugen iba a realizar un terrible ritual de cuyas consecuencias no iba a salir nada bueno, temiendo por su vida, y por la de los ciudadanos de Bögenhafen, acudió a nosotros, ya que la ley estaba comprada por el poder de la orden, y nosotros éramos las únicas personas a las que pensaba que podía recurrir, al habernos convertido en una molestia para Teugen, sin ni siquiera saberlo nosotros.

El ritual del día siguiente se había cambiado de emplazamiento tras el descubrimiento del templo de las cloacas por nuestra parte, ya que aquel lugar ya no era seguro, y esa misma noche habría una reunión en casa de Teugen en la que se darían las nuevas órdenes a los miembros de la “Ordo Septenarius”. En cuanto Magirius supiera el nuevo emplazamiento del ritual, nos lo haría saber, pidiéndonos encarecidamente, que evitáramos su realización.

Altos cargos, poder y corrupción. Aquello parecía El Caso Malaya de Warhammer

Con las bocas abiertas por la sorpresa y las mentes llenas de tanta información tratamos de comer intranquilos y nerviosos una vez Magirius se hubo marchado. Tras ello recogimos las armaduras y dimos otra vuelta por “la fosa”, donde esta vez pudimos recabar la información que Ragnar tanto deseaba: 
En la taberna “El puño del orco” nos informaron de que los matones que nos habían dado ese aviso de parte de Teugen eran llamados “La banda de Jefferson”, tras lo cual averiguamos también que la mayoría de ellos se ganaba la vida como estibadores en los muelles.

Tras un paseo por los mismos, Ragnar (que les tenía unas ganas que pa’ qué) encontró a dos de los matones (con una increíble tirada de un 1 en 1D100 que desencadenaría un mini-Apocalipsis después) y tras intentar malamente intimidarles, se metió en una pelea a puños con ambos.

Compañeros de trabajo de los muelles trataron de meterse en la pelea pero la ballesta tras la cual Magmar apuntaba al corrillo les quitó la idea de la cabeza.
La pelea a puños no fue precisamente una maravilla… (5 pifias seguidas en combate no pueden ser buenas, pero es lo que provocó que Igor hubiese sacado un 1 en la tirada anterior; el universo trabajaba para restaurar el equilibrio kármico). Logrando al final que todo el mundo saliese huyendo del lugar por las pedradas de los halflings y los virotes de Magmar. Ambos matones lograron quitarse de encima a Ragnar y huir también.

Y en una galaxia muy, muy lejana, a alguien le entró una jaqueca de espanto,causada por la perturbación en la fuerza tras las tiradas de Ragnar.

Sin información extra de parte de esos dos y con nuestros cerebros hechos un lío nos volvimos a la posada a cenar y a intentar dormir, esperando que Morrslieb, que cada noche estaba más cerca del Viejo Mundo, no hiciera de las suyas, y que Magirius pudiera hacernos llegar la información pertinente en el nuevo amanecer.