domingo, 8 de julio de 2012

ACTO 14 (Vol. 2)


Lo siguiente me lo contaron los demás. Creyéndome muerto (benditos Puntos de Destino) corrieron dejándome en el patio, volviendo al gran salón y subiendo hacia arriba dieron con varias habitaciones, dignas de ser exploradas, y pronto sabréis por qué. A partir de aquí toma el relevo Karin, al no estar yo (Magmar) en condiciones de relatar nada:

Primera habitación: en sus paredes nos encontramos con un montón de animales, mutantes y humanos disecados. Entre esos últimos había uno con aspecto de haber pertenecido a la amable familia Wittgenstein que lo mostraba como si de un trofeo de caza se tratase.


Siguientes habitaciones: una llena de instrumentos musicales de todo tipo, un museo musical en toda regla y unas letrinas.

Subimos hacia el segundo piso, más acojonados que Naranjito en una licuadora, pensando en que no veíamos al Guerrero del Caos hacía tiempo y no nos hacía mucha ilusión cruzarnos con él y dejar nuestras cabezas también de trofeo en aquel castillo.

Tras la primera puerta nos encontramos en un lujoso dormitorio con muchísimo maquillaje, además de 2 cadáveres sentados en la cama tan tranquilamente y un tercero que dejaba asomar sus pies desde debajo de la cama. A este último de repente se le empezó a desatar una de las botas que aún llevaba y, una vez libre, fue volando hasta darme un buen golpe en la cabeza. Si, un zapato, voló hasta mí, Karin. ¿Magia? Nooo… ¿Vosotros creéis?
Chistazo dedicado a Dani:
¿Qué tiene forma de bota y vuela? Una bota voladora.

Arty y Hans estaban más que asustados pues ambos aprendices de hechicero notaron algo mágico en aquel dormitorio. Lo único de valor que pudimos sacar fue un joyero antes de que oyésemos voces y golpes en la parte de arriba de un torreón, y acto seguido salimos pitando de allí sin ganas de saber qué estaba pasando allí arriba.

En otra habitación encontramos muchos, pero muchos muchos, relojes. Era un espectáculo bonito hasta que un cuco gigante casi golpea a Al después de que sonase un estruendoso "gong" dando la hora. Después de eso ya debíamos habernos marchado pero no lo hicimos tratando de atravesar la habitación para salir por una puerta del fondo, y un enorme reloj en el que dos soldados mecánicos armados aparecían por unas vías que recorrían media habitación uno contra el otro para marcar la hora, empalaron a Hans entre sus lanzas al chocarlas por su mecanismo, dejándolo patitieso. Corriendo sacamos al jóven de allí dejándolo descansar en una cama de otro cuartito libre de cosas raras, por suerte.

Después de ese susto conocimos a Lady Ingrid Von Wittgenstein, una mujer anciana muy pálida y canosa que vestía ropa elegante. Rodeada de gatos mutantes que ronronearon al vernos llegar y con el niño-araña que conocimos en el pueblo subido al techo, pero no pasó nada, ya que nos hicimos pasar por nuevos en el servicio y de nuevo salimos corriendo del lugar. Nos pidió un té, y ganas no nos faltaron de llevárselo con unas buenas tortas de regalo, pero íbamos con prisa de salvar nuestros bonitos culos.
¡Seyyyymoouuur! ¡Diles a tus amigos que dejen de alborotarme el castillo y me traigan el té!

Al salir al pasillo nos quedamos de piedra al escuchar voces humanas y  un grupo grande que subía por las escaleras, así que nos escondimos en una habitación hasta que escuchamos la voz de Hyeronimus, momento en el que salimos y algunos nos abrazamos a él como un náufrago a una tabla de madera.  Nuestro amigo iba acompañado de unos 13 o 14 inquisidores que arrestaron al instante a Lady Ingrid.

Pero en vez de quedarnos a salvo decidimos seguir a nuestro salvador...y por el camino un jarrón voló hacia la halfling, aunque esa vez logró esquivarlo, mientras el hechicero golpeaba algo invisible con la guadaña que portaba.

En la entreplanta de camino al torreón había una biblioteca llena de libros de nigromancia, muy tranquilizador todo ello... Y sobre una mesa encontramos el Diario de Dagmar Von Wittgenstein. Menudo tío, estaba a todo.
 
Seguimos subiendo y al fin descubrimos dónde se escondía Margritte Von Wittgenstein, usease, la cabrona que nos la había jugado drogándonos para encerrarnos en una celda de su castillo. La muchacha había creado un monstruo con sus oscuras artes nigrománticas, que por suerte no nos encontramos porque cayó a través del ventanal hecho añicos del lugar, junto al Guerrero del Caos con el que había combatido momentos antes, tal y como Hyeronimous y los inquisidores nos hicieron saber mientras subiamos al lugar, al haberlo visto todo desde el patio antes de entrar al edificio. 
Lady Margritte estaba toda loca, totalmente ida mientras gritaba "¡¡Está vivo!!", pero poco le duró la alegría. Mientras la lluvia caía torrenciálmente en el exterior, y a través del ventanal roto el viento azotaba la habitación llena de chisporroteanes aparatos extraños, Hyeronimous le ordenó a Margritte detener aquella locura, y entregarse a la ley, recibiendo como respuesta algunas palabras poco adecuadas de la enloquecida mujer que se creía la reina del Mambo, acompañadas de un repentino ataque mágico en forma de relámpago. Aquello terminó de tocarle los pendientes reales al Magister Amatista, y Hyeronimous nos recordó que no sólo era un hombre simpático al que pedir ayuda, sino que a veces podía hacer algunos trucos de magia bastante buenos: conjurando los vientos de la magia, el hechicero convocó un viento de Muerte que embistió a la mujer expulsándola del torreón a través del ventanal, al tiempo que su cuerpo y su ropa se descomponían marchitándose como un cadáver, hasta que finálmente, y para rematar la faena, un rayo proveniente de la tormenta del exterior la fulminó en medio del aire.
La mujer tenía chispa, pero con aquello se pasó un poco de rosca.

Una vez solucionado el problema con ese par de locas Wittgenstein y más calmados, al menos en apariencia, bajamos de nuevo en dirección al gran salón, cogiendo por el camino de la mesa de la biblioteca, una interesante carta que nos llamó la atención. Dicha carta estaba escrita por el hermano mayor de Lady Margritte, quien le contaba con alegría y buen humor que estaba en Middenheim en una orgía constante, consagrado al culto de Slaanesh, el Dios Oscuro del Placer. Y, para colmo, confesaba que en dicha gran ciudad había muchos adeptos a dicho culto entre la gente importante, por lo cual estaban preparando algo para el Hexenstag (un día festivo para el que apenas falta mes y algo).

Así que viendo que los problemas con esa familia están lejos de haberse terminado, probablemente nos toque ir a Middenheim después de salir vivos del castillo Wittgenstein de milagro, aunque algunos con menos miembros después de tanta aventura.

1 comentario:

  1. En definitiva, todo lo ocurrido en aquel castillo endemoniado fue digno de cualquier teatro de terror, desde que nos despertamos en la celda.
    Para colmo, estuvimos a punto de perder a nuestro enano barbilampiño y al bueno de Hans que solo estaba allí acompañándonos por orden de su maestro. Espero que no nos caiga mucha bronca por no saber cuidar de él...

    Yo aún tengo un chichón en la frente por culpa de aquella bota voladora... ¬_¬

    Creo que todos estarán de acuerdo conmigo en que fue una verdadera aventura y aún no me creo que siga viva tras todo lo que acabáis de leer y que me ha hecho recordarlo a mí también.

    Saludos desde... ni idea, pero espero que al menos estemos a salvo.


    LETI: Desde luego, no puede negarse que fue una pasada de "final de temporada rolera".

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