domingo, 16 de junio de 2013

ACTO 19 (Vol. 3)


   Llegamos al fín al término del segundo día de carnaval en Middenheim. No se podía decir que no les hubiera cundido, y tenían mucho en lo que pensar, pero el día aún podía dar para un poco mas, y el grupo decidió que no había por qué malgastar lo que les quedaba de él.

  ¿Y cual era la mejor manera de aprovechar ese tiempo? Pues evidéntemente, bebiendo como cerdos. Y ahí que fueron, de nuevo a terminar la jornada en la Fiesta de La Cerveza del Gran Parque.

23 de Sommerzeit. Noche.

  Así pues, los 6 amigos llegaron al Gran Parque tempranito para coger sitio bajo la carpa. La gente ya empezaba a llegar, y los barriles no tardaron mucho en ser abiertos. La cerveza comenzó a fluir, y las lenguas a soltarse, y nuestros protagonistas volvieron a disfrutar de una relajada charla con los miembros de la corte mas sociales con la plebe, y a enterarse de más información con la que encarar la misión que los había llevado hasta allí.

Bueno, todo lo relajada que puede ser una charla entre borrachos, claro.

  Allavandrel comentó que Hanna, la ayudante del Gran Hechicero, le resultaba una mujer muy atractiva y que no le importaría tomar algo con ella. Por su lado Rayane conocía poco al Gran Hechicero de Middenheim , pero pensaba que era alguien muy inteligente, comentando también que Al Ulric era alguien de fiar, y que ejercía muy bien el sacerdocio.

  Al preguntar sobre la Fiesta en el Jardín a la que Viktor y Karin asistirían invitados por los dos elfos, estos hablaron sobre los posibles asistentes. La Princesa y su Carabina desde luego que estarían, al igual que el Gran Hechicero y su ayudante, y las Damas de La Corte. Y pese a todo lo que pudiera decir Luigi Pavarotti, era seguro que también acabaría asistiendo.

  Poco a poco, la conversación fue derivando hacia lo que realmente interesaba, y después de hablar del edicto Imperial sobre dejar tranquilos a los mutantes, y que en Middenheim el Graf había decidido pasar por alto, hecho que Dieter, Rayane y Allavandrel pensaban que acabaría trayendo muchos problemas a la ciudad, Albrecht y Viktor se las ingeniaron para sacar a debate los famosos nuevos impuestos, por los cuales confirmaron por medio de sus nuevos amigos, que muchos hechiceros habían marchado ya de la ciudad.

  A Allavandrel le parecía bien el de los enanos, pero se mantenía indiferente ante los otros dos impuestos. Le disgustaba que los enanos culparan a Rayane del tema, y a pesar de estar a favor del mismo, sabía que la cosa traería problemas a la larga.

  Rayane era de la misma opinión que Allavandrel, y estaba a favor del impuesto a los enanos, e indiferente con los otros. Conocía los rumores que le apuntaban como culpable de la imposición de los impuestos, pero aseguró que el no tenía nada que ver con la decisión del Graf de aplicarlos a pesar de estar a favor.

  La reacción de Dieter fue muy extraña ante el tema. Se puso muy serio y afirmó que eran muy buena idea. Según él, todos a los que afectaban los impuestos tenían dinero suficiente para pagarlos, y está afirmación vino acompañada de un cabio de tono y ánimo que sorprendió a todos, dada la agradable actitud que había tenido durante todo el día con los presentes. De hecho, sus palabras sonaron extrañamente rotundas  y programadas para responder a dicha cuestión.

  Siguiendo con las argumentaciones de Dieter, los dos elfos opinaban que los impuestos eran exagerados, pero justos, pero que si iban a traer problemas y traer mas mal que bien, deberían quitarlos, y ante la insistencia del tema, Dieter volvió a ponerse en “modo automático”, y a repetir las mismas exactas palabras que antes, percatándose Karin de su mirada vidriosa, su semblante serio y sin emociones, y el nuevo cambio de actitud. Era como si cada vez que se sacaba el tema, Dieter se convirtiera en otra persona totalmente distinta, soltara un discurso memorizado, y volviera a ser el mismo tras terminar con sus argumentaciones, serias y en algún momento, hasta agresivas. Algo demasiado evidente para que nuestros protagonistas lo pasaran por alto, que quedó mas patente cuando el Campeón del Graf quiso cambiar de tema preguntando por Magmar, momento en el que su actitud volvió a ser la del Dieter que conocían, formal, pero agradable de tratar, para volver a parecer un autómata hablando por boca de otra persona al volver de nuevo al tema de los impuestos.

  Este insólito y sorprendente hecho, hizo que sospechas de lobotomías, encantamientos, y chantajes pasaran por las mentes de Albrecht, Viktor y Karin cuando la halfling se lo hizo notar a sus compañeros, y los tres apuntaron mentalmente dicha cuestión para investigarla mas adelante.

  La conversación fluyó de nuevo hacia las personas de la corte. Allavandrel puso a parir al Caballero Eterno. Lo odiaba y lo mas agradable que llegó a decir de él, fue que era un “grandísimo hijo de mil rameras”. Rayane se mostró mas comedido en sus palabras, tratando de calmar a su amigo, y tildándole simplemente de imbécil. Dieter por su parte comentó que era muy pomposo, y muy mal guerrero.

  Al hablar de la Princesa Katarina, el Campeón del Graf dijo que le parecía un poco tonta y mimada, mientras que Rayane suspiró con mirada perdida ante las explicaciones de Allavandrel que aclaró que acababa de salir de uno de sus tontos y pasajeros enamoramientos con ella, ya que ningún elfo podría casarse nunca con un miembro de los Todbringer. El Maestro de la Caza opinaba mas o menos como Dieter, pero la joven le caía bien a pesar de todo, ya que era un alma buena. Le gustaban sus modales, era amable y muy caritativa, de hecho, ayudaba personálmente a algunos orfanatos de Middenheim y al Templo de Shallya de la ciudad.

Katarina Todbringer: Un ejemplo de buena conducta y decencia.
Palabras inexistentes en el diccionario de nuestros PJ-s.

 
La conversación terminó hablando del Graf. Como ya les dijera Allavandrel a los hermanos Villaverde durante el Torneo de Tiro con Arco de aquel día, Boris Todbringer se encontraba muy enfermo, y por eso no se le había visto durante los primeros actos del carnaval. Y hasta que no se recuperase un poco, se reservaba para los mas importantes. Ante la pregunta respondió que Heinrich debería ser el siguiente Graf, pero no era mas que su opinión.

  Al final, los temas de conversación derivaron por otros derroteros, y es que con tanta cerveza de por medio, era difícil seguir informándose para la misión cuando nadie era capaz de articular palabras con vocales, por lo que finiquitaron el día dejándose llevar por la juerga.

1 comentario:

  1. ¡Guau! Es cierto, tenía olvidado el "Modo automático" descarado en el que entraba Dieter al mencionarse los malditos impuestos delante de el.
    Realmente hay que plantearse ver si le han lavado el cerebro de algún modo y, sobre todo, cómo. Quizá cuando pelea en los Desafíos al Campeón también lo haga de esa manera "automática" y de ahí su peculiar forma de combatir sin ganas.
    Uy uy uy, aquí hay mucha mandanga y cosa chunga entre la gente de Palacio.

    Una ya no se fía ni de su propia sombra, y eso que es pequeñita...

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