domingo, 20 de septiembre de 2015

ACTO 26 (Vol. 4)

  Pese a sus esfuerzos, el Caos finálmente se había desatado sobre la ciudad de Middenheim, y al grupo no le quedaba mas remedio que hacer aquello que mejor se le daba: huir al grito de "¡Corre que me meo!"

28 de Sommerzeit: ¡Se va avé un follón que no sabe andesametío!
 
  Aquel comienzo del apocalipsis pudo verse con completa y terrible claridad desde toda la ciudad, y mientras Karin preguntaba en el palacio por una vía de escape hacia el alcantarillado, Magmar y Albrecht, en un arrebato de valentía, o tal vez de completa enajenación mental, decidieron ir al encuentro del ser para intentar hallar una forma de detener toda aquella locura.

  El enano y el humano comenzaron a abrirse paso por la ciudad, que mutaba horriblemente a causa de la presencia de la colosal criatura: los edificios ondulaban y se convertían en palpitante carne llena de fauces, el suelo actuaba de la misma forma, y bocas abiertas de par en par se tragaban a los aterrorizados ciudadanos que trataban de huir. Nuestros protagonistas, lograron esquivar todo aquello hasta encontrarse cara a cara con 4 de aquellos terroríficos seres que habían surgido del haz de luz. Las criaturas, de aspecto deforme y aterrador, llenas de dientes, bocas, cuernos y tentáculos atacaron sin pensárselo dos veces mientras reían de forma histérica, con una alegre locura. Magmar y Albrecht lograron  acabar con ellas a duras penas y seguir adelante hasta alcanzar el lugar del que brotaba el haz de luz. Demasiado pequeños como para atraer la atención del coloso que ya había terminado de emerger, y que en ese momento se mantenía ocupado calcinando a la horda de hechiceros que intentaban detenerlo usando magia con nulo resultado, el enano y el humano terminaron por ver que aquello no había forma de pararlo. El haz de luz surgía desde los más profundo de un agujero que crecía imparable, tragándose la ciudad, y antes de que se lo llevara a ellos también, los dos compañeros corrieron hacía el viaducto de salida más cercano.


Y metemos un pirata en la huída, que todo mejora con piratas.
   Todos los presentes del palacio se amontonaron en la despensa de las cocinas, donde existía una salida secreta a las alcantarillas. Allí, y poco a poco, con la ayuda de los Caballeros Pantera que los acompañaban, fueron moviéndose por los túneles muy bien construidos en la antigüedad por los enanos que ayudaron a la ciudad durante su famoso sitio, tratando de encontrar una salida al exterior desde el interior de la Fauschlag. Sin embargo, no estaban libres de peligros, las mutaciones que azotaban Middenheim, también llegaban hasta allí, y pronto se vieron caminando por el interior de los que parecían los intestinos de un ser inmenso. Aun así las rutas de los túneles no parecieron cambiar, y el guía que los llevaba por allí supo llevarlos con tino, a pesar de las dificultades del camino, que incluyeron un amotinamiento de varios grupos al considerar a los nobles del palacio culpables de la situación, un terrible ser surgido de las profundidades fecales del alcantarillado que engulló a varias personas e hizo cundir el pánico y hacer huir a mucha gente dispersándola por los túneles, y la desorientación del propio guía ante lo que sucedía. Sin embargo, y poco a poco, con los nervios desquiciados y la cordura hecha añicos, muchos lograron llegar hasta la base de la mutada Fauschlag y salir al exterior, incluyendo a los dos halflings y a varias personalidades importantes como Rallane, Dieter, Kirsten y el Graf entre otros.

  Y mientras medio grupo huía por el alcantarillado, el otro medio trataba de ponerse a salvo a través de los viaductos. El Juez Supremo Wassmeier había hundido uno de ellos, pero aún quedaban tres, aunque no en la mejor de las condiciones tal y como Magmar y Albrecht pudieron comprobar al llegar al más cercano a ellos. El viaducto también había mutado, convirtiéndose en una especie de sinuosa lengua llena de afilados y gigantescos colmillos que sobresalían de su rosada y carnosa superficie, y se agitaba alocadamente en el aire, lanzando al vacío a aquellos desafortunado que no habían tenido tiempo de llegar abajo antes de la trasformación. Los dos compañeros no se lo pensaron, se ataron entre ellos con una cuerda y se lanzaron a la carrera recorriendo aquel nuevo peligro. Durante el tramo, esquivaron los afilados colmillos, tropezaron, rodaron, Magmar se salvó de la muerte al caer al vacío cuando Albrecht lo sujetó con la cuerda, y cuando vieron que nunca iban a llegar al final, se la jugaron todo a una carta soltándose los escudos, y lanzándose a surfear sobre ellos deslizándose por la lengua. Contra todo pronóstico, lograron llegar abajo previo gasto de sendos Puntos de Destino, y de esa forma ellos también salieron de la mutada ciudad.

  La cosa, obviamente, no acabó ahí. Desde los bosques, los supervivientes pudieron ver cómo la ciudad se desmoronaba completamente por los estragos de las energías del caos, mutando y quedando hecha un guiñapo sobre la cúspide de la Fauschlag. El haz de luz, fue menguando poco a poco hasta desaparecer, y el coloso surgido del mismo terminó por desaparecer junto a él. Al final solo quedó el silencio, roto únicamente por los llantos y la desesperación de los supervivientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario