28 de Sommerzeit: ¡Se va avé un follón que no sabe andesametío!
Aquel comienzo del apocalipsis pudo verse con completa y terrible claridad desde toda la ciudad, y
mientras Karin preguntaba en el palacio por una vía de escape hacia el alcantarillado,
Magmar y Albrecht, en un arrebato de valentía, o tal vez de completa
enajenación mental, decidieron ir al encuentro del ser para intentar hallar una
forma de detener toda aquella locura.
El
enano y el humano comenzaron a abrirse paso por la ciudad, que mutaba
horriblemente a causa de la presencia de la colosal criatura: los edificios
ondulaban y se convertían en palpitante carne llena de fauces, el suelo actuaba
de la misma forma, y bocas abiertas de par en par se tragaban a los
aterrorizados ciudadanos que trataban de huir. Nuestros protagonistas, lograron
esquivar todo aquello hasta encontrarse cara a cara con 4 de aquellos
terroríficos seres que habían surgido del haz de luz. Las criaturas, de aspecto
deforme y aterrador, llenas de dientes, bocas, cuernos y tentáculos atacaron
sin pensárselo dos veces mientras reían de forma histérica, con una alegre
locura. Magmar y Albrecht lograron
acabar con ellas a duras penas y seguir adelante hasta alcanzar el lugar
del que brotaba el haz de luz. Demasiado pequeños como para atraer la atención
del coloso que ya había terminado de emerger, y que en ese momento se mantenía
ocupado calcinando a la horda de hechiceros que intentaban detenerlo usando
magia con nulo resultado, el enano y el humano terminaron por ver que aquello
no había forma de pararlo. El haz de luz surgía desde los más profundo de un
agujero que crecía imparable, tragándose la ciudad, y antes de que se lo
llevara a ellos también, los dos compañeros corrieron hacía el viaducto de
salida más cercano.
Y metemos un pirata en la huída, que todo mejora con piratas. |
Y
mientras medio grupo huía por el alcantarillado, el otro medio trataba de ponerse
a salvo a través de los viaductos. El Juez Supremo Wassmeier había hundido uno
de ellos, pero aún quedaban tres, aunque no en la mejor de las condiciones tal
y como Magmar y Albrecht pudieron comprobar al llegar al más cercano a ellos.
El viaducto también había mutado, convirtiéndose en una especie de sinuosa
lengua llena de afilados y gigantescos colmillos que sobresalían de su rosada y
carnosa superficie, y se agitaba alocadamente en el aire, lanzando al vacío a
aquellos desafortunado que no habían tenido tiempo de llegar abajo antes de la trasformación.
Los dos compañeros no se lo pensaron, se ataron entre ellos con una cuerda y se
lanzaron a la carrera recorriendo aquel nuevo peligro. Durante el tramo,
esquivaron los afilados colmillos, tropezaron, rodaron, Magmar se salvó de la
muerte al caer al vacío cuando Albrecht lo sujetó con la cuerda, y cuando
vieron que nunca iban a llegar al final, se la jugaron todo a una carta
soltándose los escudos, y lanzándose a surfear sobre ellos deslizándose por la
lengua. Contra todo pronóstico, lograron llegar abajo previo gasto de sendos
Puntos de Destino, y de esa forma ellos también salieron de la mutada ciudad.
La
cosa, obviamente, no acabó ahí. Desde los bosques, los supervivientes pudieron
ver cómo la ciudad se desmoronaba completamente por los estragos de las
energías del caos, mutando y quedando hecha un guiñapo sobre la cúspide de la
Fauschlag. El haz de luz, fue menguando poco a poco hasta desaparecer, y el
coloso surgido del mismo terminó por desaparecer junto a él. Al final solo
quedó el silencio, roto únicamente por los llantos y la desesperación de los
supervivientes.
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