martes, 29 de septiembre de 2015

ACTO 26 (Vol. 5)


   La obra tocaba a su fín. El grupo había logrado sobrevivir a duras penas de la catástrofe caida sobre Middenheim y ahora tocaba lamerse las heridas sin tener muy claro lo que había pasado. Era cierto que habían desenmascarado a Wassmeier, pero algo se les había pasado por alto, y habían sido incapaces de evitar el apocalíptico desenlace. 

  Poco importaba ya, y es que despues de tantísimas aventuras y desventuras, llegaba la hora de bajar el telón a pesar del final amargo de aquella epopeya.
29 de Sommerzeit: Primeras horas de la mañana.


  La milicia que pudo salvarse, se reunió junto al Graf y sus asesores, y pronto se dio la orden de formar un campamento base en los bosques. Poco a poco y con el transcurso de los días, el campamento fue creciendo con los supervivientes perdidos en los bosques que iban siendo encontrados, y que habían quedado a merced de las bestias que lo habitaban, incluyendo mutantes y otros seres del Caos.

  Durante este periodo, el grupo consiguió reencontrarse y volver a estar juntos, teniendo que dar muchas explicaciones a las autoridades, y volviéndolas a repetir al llegar la ayuda exterior en forma de miembros de la inquisición Sigmarita acompañados por Hyeronimous. No todo fue de color de rosa, y tuvieron que hacer frente a algunas acusaciones de traición y conspiración, pero el grupo ya había conseguido ganar poderosos aliados que los defendieron y ayudaron a salir del trámite más o menos airosos. No se los tomó como villanos o delincuentes, pero tampoco fueron convertidos en héroes, y la situación de catástrofe en la que se veían ahora impedía poder premiarlos de formas grandilocuentes, así que no pudieron ver más recompensa que unos títulos honoríficos por ayudar a salvar la ciudad, otorgados con escasa pompa y ceremonia.

  Sin embargo, el grupo seguía incompleto. Arty no aparecía por ningún lado, y ya temían lo peor, puesto que había sido dejado en el templo de Shallya cuando la catástrofe se cernió sobre la ciudad y no habían vuelto a saber de él. Aun así, se negaban a marchar de allí y pasaron varios meses buscándolo entre los supervivientes que fueron llegando de los bosques, e incluso de la misma ciudad cuando comenzaron las labores de rescate en la misma. Al fin, y con gran alegría, Arty fue hallado en medio de la ruinosa Middenheim, y aunque vivía pese a sus heridas, tenía graves secuelas psicológicas por lo vivido en la ciudad, teniendo la cordura completamente rota.  A pesar de ello, Arty reconocía a sus compañeros de aventuras, y aún era consciente de su persona y actos, por lo que en cuanto pudo ponerse en pie por sí mismo, el grupo estuvo de nuevo completo.

Y sin nada más que hacer allí, ni ningún asunto que los retuviera, nuestros protagonistas decidieron marchar a otras tierras. Emprendieron de nuevo el camino sin un rumbo fijo, con la idea de alejarse lo máximo posible del lugar, unidos, viviendo en los caminos del imperio. Todo había acabado de forma trágica, pero habían sobrevivido un vez más, y de nuevo verían amanecer otro día, que no era poco.


FIN

domingo, 20 de septiembre de 2015

ACTO 26 (Vol. 4)

  Pese a sus esfuerzos, el Caos finálmente se había desatado sobre la ciudad de Middenheim, y al grupo no le quedaba mas remedio que hacer aquello que mejor se le daba: huir al grito de "¡Corre que me meo!"

28 de Sommerzeit: ¡Se va avé un follón que no sabe andesametío!
 
  Aquel comienzo del apocalipsis pudo verse con completa y terrible claridad desde toda la ciudad, y mientras Karin preguntaba en el palacio por una vía de escape hacia el alcantarillado, Magmar y Albrecht, en un arrebato de valentía, o tal vez de completa enajenación mental, decidieron ir al encuentro del ser para intentar hallar una forma de detener toda aquella locura.

  El enano y el humano comenzaron a abrirse paso por la ciudad, que mutaba horriblemente a causa de la presencia de la colosal criatura: los edificios ondulaban y se convertían en palpitante carne llena de fauces, el suelo actuaba de la misma forma, y bocas abiertas de par en par se tragaban a los aterrorizados ciudadanos que trataban de huir. Nuestros protagonistas, lograron esquivar todo aquello hasta encontrarse cara a cara con 4 de aquellos terroríficos seres que habían surgido del haz de luz. Las criaturas, de aspecto deforme y aterrador, llenas de dientes, bocas, cuernos y tentáculos atacaron sin pensárselo dos veces mientras reían de forma histérica, con una alegre locura. Magmar y Albrecht lograron  acabar con ellas a duras penas y seguir adelante hasta alcanzar el lugar del que brotaba el haz de luz. Demasiado pequeños como para atraer la atención del coloso que ya había terminado de emerger, y que en ese momento se mantenía ocupado calcinando a la horda de hechiceros que intentaban detenerlo usando magia con nulo resultado, el enano y el humano terminaron por ver que aquello no había forma de pararlo. El haz de luz surgía desde los más profundo de un agujero que crecía imparable, tragándose la ciudad, y antes de que se lo llevara a ellos también, los dos compañeros corrieron hacía el viaducto de salida más cercano.


Y metemos un pirata en la huída, que todo mejora con piratas.
   Todos los presentes del palacio se amontonaron en la despensa de las cocinas, donde existía una salida secreta a las alcantarillas. Allí, y poco a poco, con la ayuda de los Caballeros Pantera que los acompañaban, fueron moviéndose por los túneles muy bien construidos en la antigüedad por los enanos que ayudaron a la ciudad durante su famoso sitio, tratando de encontrar una salida al exterior desde el interior de la Fauschlag. Sin embargo, no estaban libres de peligros, las mutaciones que azotaban Middenheim, también llegaban hasta allí, y pronto se vieron caminando por el interior de los que parecían los intestinos de un ser inmenso. Aun así las rutas de los túneles no parecieron cambiar, y el guía que los llevaba por allí supo llevarlos con tino, a pesar de las dificultades del camino, que incluyeron un amotinamiento de varios grupos al considerar a los nobles del palacio culpables de la situación, un terrible ser surgido de las profundidades fecales del alcantarillado que engulló a varias personas e hizo cundir el pánico y hacer huir a mucha gente dispersándola por los túneles, y la desorientación del propio guía ante lo que sucedía. Sin embargo, y poco a poco, con los nervios desquiciados y la cordura hecha añicos, muchos lograron llegar hasta la base de la mutada Fauschlag y salir al exterior, incluyendo a los dos halflings y a varias personalidades importantes como Rallane, Dieter, Kirsten y el Graf entre otros.

  Y mientras medio grupo huía por el alcantarillado, el otro medio trataba de ponerse a salvo a través de los viaductos. El Juez Supremo Wassmeier había hundido uno de ellos, pero aún quedaban tres, aunque no en la mejor de las condiciones tal y como Magmar y Albrecht pudieron comprobar al llegar al más cercano a ellos. El viaducto también había mutado, convirtiéndose en una especie de sinuosa lengua llena de afilados y gigantescos colmillos que sobresalían de su rosada y carnosa superficie, y se agitaba alocadamente en el aire, lanzando al vacío a aquellos desafortunado que no habían tenido tiempo de llegar abajo antes de la trasformación. Los dos compañeros no se lo pensaron, se ataron entre ellos con una cuerda y se lanzaron a la carrera recorriendo aquel nuevo peligro. Durante el tramo, esquivaron los afilados colmillos, tropezaron, rodaron, Magmar se salvó de la muerte al caer al vacío cuando Albrecht lo sujetó con la cuerda, y cuando vieron que nunca iban a llegar al final, se la jugaron todo a una carta soltándose los escudos, y lanzándose a surfear sobre ellos deslizándose por la lengua. Contra todo pronóstico, lograron llegar abajo previo gasto de sendos Puntos de Destino, y de esa forma ellos también salieron de la mutada ciudad.

  La cosa, obviamente, no acabó ahí. Desde los bosques, los supervivientes pudieron ver cómo la ciudad se desmoronaba completamente por los estragos de las energías del caos, mutando y quedando hecha un guiñapo sobre la cúspide de la Fauschlag. El haz de luz, fue menguando poco a poco hasta desaparecer, y el coloso surgido del mismo terminó por desaparecer junto a él. Al final solo quedó el silencio, roto únicamente por los llantos y la desesperación de los supervivientes.

domingo, 13 de septiembre de 2015

ACTO 26 (Vol. 3)

  Las sorpresas se sucedían una detrás de otra. El grupo de integrantes de la Compañía de La Pala Aulladora no salían de una, y otra les estallaba en la cara sin darles tiempo a sonreir y mirar al pajarito, pero como en la más trágica de las epopeyas, lo peor aún estaba por llegar, y la función se apróximaba al climax de manera vertiginosa.

28 de Sommerzeit: Caos, Caos por todas partes Señor Sardá.


  Sabiendo que el Juez supremo Wassmeier era quien había escrito aquellas notas, todo cristo salió corriendo en su busca, aunque debido a sus cortas piernas los dos halflings no pudieron seguir el ritmo de los demás, y tuvieron que quedarse en el palacio. Los indicios señalaban al Juez Hoflich, pero este estaba muerto, y ahora se unía al puzle el misterioso doble del Graf aparecido momentos antes, pero si las notas halladas junto al cadáver de Hoflich eran del último de los 3 Jueces supremos, este tendría que responder a todas las preguntas, y posiblemente, a la Ley de Middenheim si lo que el grupo empezaba a imaginar era cierto.
  Así pues, el grupo se dividió de nuevo. Los halflings se reunieron en los aposentos del Graf junto a otras importantes figuras del palacio, y donde el mismísimo Graf les dio las gracias por lo que el grupo había hecho, una vez fue informado de todo, aunque ni Karin, ni Viktor sentían tranquilidad alguna ahora que el responsable de todo parecía que iba a rendir cuentas con la ley, ya que desde el gran ventanal de la habitación del Graf, podían ver cómo una tremebunda tormenta eléctrica se acercaba a la ciudad, mientras que Morrslieb, la luna del Caos, se imponía en el cielo nocturno en plena fase llena, iluminando con su verde luz la ciudad. Los dos halflings tenían demasiada experiencia con el Caos a sus espaldas como para saber bien que aquello no auguraba nada bueno. Mientras tanto, Allavandrel, Magmar y Albrecht, corrían por la calle junto a una tropa de Caballeros Pantera rumbo a la mansión de Wassmeier. Al llegar a la misma, la tropa entró en tromba echando la puerta del jardín abajo y justo antes de hacer lo mismo con la entrada del edificio… ¡KABOOM! Todo el edificio saltó por los aires en una terrible explosión que arrasó con el jardín y los hombres que habían entrado, justo después de que un carruaje negro tirado por caballos de batalla también negros, se precipitara calle abajo desde la parte trasera de la mansión.


¡Rápido! ¡Siga a ese Batcarruaje!
  La explosión se vio desde la habitación del Graf, y muchos hombres salieron heridos, incluidos nuestros protagonistas, quienes a duras penas lograron recomponerse, y apartarse del camino de la diligencia antes de que esta pasara cerca de ellos, arrollando con todo lo que se le ponía por delante, y cortando brazos, piernas y torsos con las numerosas cuchillas que salpicaban su superficie. Esta continúo su imparable avance rumbo a la puerta de salida de la ciudad más cercana mientras nuestros protagonistas trataban de seguirla, corriendo al palacio a por caballos que los ayudaran a alcanzarla. Los segundos parecían eternizarse, cada acción era vital, y pronto, la diligencia se vio perseguida por las calles.

 
Los acontecimientos se precipitaron vertiginosamente. Pese a sus innumerables intentos durante la frenética carrera, los protagonistas de esta historia, no alcanzaron a parar la diligencia que alcanzó la puerta de la ciudad, cerrada a cal y canto a causa de las intempestivas horas y en donde los Guardias le dieron el alto. Obviamente, dicha orden fue desobedecida, y el vehículo, lejos de aminorar la marcha, aceleró con rumbo de colisión directa contra la puerta. Un momento antes del choque, una figura saltó de la diligencia rodando aparatosamente por el suelo, luego, el vehículo estalló en llamas justo en el momento de chocar contra la puerta, y la tremenda explosión que acompañó al choque logró pulverizar la puerta y a los guardias cercanos, haciendo caer a la mayoría de perseguidores, a salvo de la explosión por la distancia, pero no de la onda expansiva. La figura en el suelo, a quienes en aquel leve momento de respiro tras la explosión reconocieron como el Juez Supremo Wassmeier,  se incorporó como pudo, y cojeando trató de correr hasta la puerta derrumbada. Magmar y Albrecht, los dos miembros del grupo inicial que fueron capaces de llegar hasta ese punto de la persecución montados ambos en un solo caballo, hicieron lo posible para alcanzarlo, pero estaban demasiado lejos, por lo que un cuchillo arrojadizo lanzado por Albrecht logró su objetivo al ser lanzado con certera precisión contra Wassmeier, que frenó su avance y logró que un Caballero Pantera más cercano a él pudiera prenderlo e inmovilizarlo, justo en las puertas de la ciudad. 

"¿Quieres que te lea tus derechos, escoria?"
O algo así le dijeron a Wassmeier entre porrazo y porrazo.
  Todo parecía haber terminado. Pero nuestros protagonistas se equivocaban al tratar de respirar aliviados, puesto que mientras el Caballero Pantera, furioso, imprecaba a Wassmeier, zarandeándolo e inmovilizándolo, el Juez Supremo, en un último intento de eludir la ley y escapar, gritó un extraño conjuro. La tierra comenzó a temblar, surgiendo grietas junto a la puerta, el Caballero soltó a Wassmeier ante la sorpresa y este echó a correr. El Caballero salió tras él mientras las grietas crecían recorriendo el viaducto, y este comenzaba a deshacerse y a caerse en pedazos, pero Wassmeier calculó mal su jugada, y la carrera para llegar al otro lado era demasiado larga. El viaducto se vino completamente abajo ante la atónita mirada de nuestros protagonistas, llevándose consigo al Caballero y al Juez Supremo Wassmeier y arrastrándolos al vacío.

  Y como si el destino hubiera terminado de encajar todas las piezas, al otro lado de la ciudad las tormentosas nubes que los halflings vieron acercarse a Middenheim se habían terminado de arremolinar sobre el Barrio del Wynd tras encapotar toda la urbe, y con una sonora explosión antecedida por truenos y relámpagos, un haz de luz azul surgió de algún punto del barrio, proyectándose contra el cielo, extendiéndose poco a poco, y abriendo un hueco en las nubes. Los relámpagos comenzaron a sacudir toda la ciudad y de la columna de luz empezaron a caer llamaradas azules que al chocar contra el suelo, se transformaban en horripilantes criaturas deformes de extraños y llamativos colores en busca de jugosas víctimas. Pero aquello solo era la punta del iceberg, pues poco a poco, lentamente pero sin pausa, del interior del propio haz de luz comenzó a emerger un ser titánico, gigantesco, de emplumado cuerpo azul, cuello largo acabado en una grotesca cabeza de ave, y alas gigantescas. El Caos en estado puro había abierto sus fauces sobre la ciudad, y vomitaba su esencia sobre ella, trayendo el horror y el pánico entre la ciudadanía.

Y el DJ se vino con todas las gogos para dar comienzo a la mayor rave de Middenheim

domingo, 6 de septiembre de 2015

ACTO 26 (Vol.2)

  En  la anterior entrada dejábamos a nuestros protagonistas ante un descubrimiento de los de dejarte el pelo patrás y el culo apretado.

  Encontrarse con la sobrina secuestrada de uno de los Jueces Supremos podía explicar muchas cosas, o al menos hacer que alguien tuviera que empezar a explicar muchas cosas, y aquel fué el punto de la historia que hizo que los acontecimientos se precipitaran cual torrente de diarrea tras un empacho de guindillas.

28 de Sommerzeit: Momento de  la histeria colectiva.

  Con esto en su poder, la ecuación quedaba más que clara, y el problema se resolvía frente al grupo, ya que a pesar de quedar algún cabo suelto, lo que acababan de descubrir dejaba bien claro que el Sumo Sacerdote de Ulric, Ar-Ulric, aquel modelo célibe a seguir de la iglesia de Ulric estaba siendo chantajeado mediante aquellas cartas de amor a las claras escritas por su puño y letra, y dejándolo como el mayor picha brava del Imperio, solo superado por el bueno del Doctor Luigi; mientras que el secuestro de la sobrina del Juez Supremo Erlich, señalaba no solo un acto delictivo de la más alta índole, sino que también lo exculpaba a él del tema de los impuestos, y señalaba claramente a los otros dos jueces, dejando implícitas otras cuestiones.

  Allavandrel se puso histérico. El descubrimiento de la sobrina de Erlich hizo que dejara de lado todas las demás cuestiones, y apremió al grupo a llevarla isoflautamente a lugar seguro. Los demás trataron de calmarlo, insistiendo en seguir investigando el lugar, pero el elfo no estaba por la labor, exponiendo que lo más importante y urgente era salir de allí cuanto antes con la niña. Aquella discusión llevó a un duro enfrentamiento al grupo, que acabó mandando a paseo airadamente al elfo, quien no se detuvo a esperarlos, y salió del edificio con la niña, en busca de la primera patrulla de guardias que pudiera escoltarlos hasta el palacio, mientras los demás, recogían a Arty para llevarlo a que lo curasen, y se dedicaban a terminar de inspeccionar el edificio lo más rápidamente posible para arramblar con todo lo que pudieran.

  Una vez en la calle, los dos halflings tomaron la ruta al palacio preguntando por el Maestro de la Caza, mientras que Albrecht y Magmar se llevaban a Arty al templo de Shallya. Los halflings no tardaron en alcanzar a Allavandrel casi a la altura del hogar del Juez Erlich, y una vez allí el elfo entró en la lujosa mansión como una tromba nada más le fueron abiertas las puertas por orden de la guardia. A los criados no les dio ni tiempo de levantar a su señor de la cama, ya que el Juez no tardó en bajar las escaleras debido al escándalo montado en la planta baja. Vistiendo camisón y gorrito de dormir, se quedó ojiplático al ver a su sobrina, a quien abrazó llorando a moco tendido sin dar crédito a lo que veían sus ojos. Cuando se recompuso, miró a los recién llegados y gritó lleno de ira “¡Fue Hoflich! ¡Secuestró a Reya para obligarme a apoyar los impuestos! ¡Traed mis armas! ¡A mí la Guardia!”. Erlich se incorporó y regresó a sus aposentos para reaparecer poco después completamente repuesto, vistiendo una coraza como armadura, y portando una espada.

  La cosa se había desbordado. Siguiendo órdenes del Juez, todo el mundo dejó la mansión para dirigirse al palacio: Guardias de la ciudad, escolta del Juez, el propio Juez, y por supuesto, nuestros amados halflings junto a Allavandrel, apretaron el paso por las pocas calles que separaban el hogar del Juez Erlich del palacio, y pronto la alarma fue pasando de guardia en guardia. Llegados al palacio, se les comunicó que tras ir a ver la obra “El Anillo de los Libelungos”, Hoflich había ido a reunirse con el mismísimo Graf, y temiendo lo peor, todo el mundo corrió a los aposentos del mismo, donde los Caballeros Pantera apostados en la entrada, pidieron explicaciones ante tan salvaje interrupción. Explicaciones que obviamente nadie se detuvo a dar entre los empujones y carreras, y finalmente alguien abrió las puertas de par en par.

  Lo que todos vieron frente a ellos los dejó mudos. En medio del dormitorio del Graf, dos Grafs en camisón completamente idénticos, peleaban hechos un ovillo, tirándose de los pelos y golpeándose como buenamente podía.

Yo también me habría liado a hostias conmigo mismo al verme de esta guisa.

  Karin fue la primera en reaccionar, y corrió hacia los dos hombres, momento en el que uno de ellos empujó al otro al suelo al verse sorprendido por tanta guardia, y se dirigió hacia una de las ventanas abiertas, lanzándose a través de ella. Sin perder más tiempo, y mientras Viktor y Allavandrel buscaban el lugar al que la paloma mensajera encontrada en el edificio del Altquartier podía estar entrenada a ir, Karin salió a la carrera del palacio en busca del Graf fugitivo, encontrándose en la entrada al edificio a sus compañeros Magmar y Albrecht, de vuelta del templo de Shallya de dejar allí a Arty. Habiéndose dado la orden de cerrar a cal y canto el palacio para que el fugitivo no escapara, y siendo cualquiera sospechoso, los tres fueron apresados y llevados al cuartelillo por muchas quejas y resistencia que opusieran, mientras veían como todos los Caballeros Pantera se ponían en pie de guerra para proteger el palacio y a su señor, momento tenso en el que Karin creyó ver en el reflejo de la coraza de uno de los caballeros a una criatura despellejada que no se correspondía con el dueño de dicho reflejo.

  Arrestados por motivos de seguridad, pronto fueron soltados cuando Allavandrel, tras dejar la paloma en la pajarera real acompañado de Viktor, habló en su nombre, y se los llevó al salón del trono, donde se estaba reuniendo a todo el mundo del palacio para su interrogatorio por el reciente atentado contra la vida del Graf. Pese a la desconfianza general hacia el grupo, el Juez Erlich y Allavandrel defendieron a nuestros protagonistas a capa y espada de toda acusación, y las palabras de ambos bastaron para dejar clara su inocencia en todo el asunto, y la importancia de su intervención a la hora de arruinar el nefasto plan contra el Graf, y en medio del jaleo, un Caballero Pantera llegó jadeante diciendo que se había encontrado algo importante en los aposentos de Hoflich, lo que provocó más carreras hasta el lugar para ver lo que se había destapado, que era, nada más y nada menos, que el cuerpo medio descompuesto del Juez Hoflich. El auténtico Juez Hoflich, junto a un montón de papeles en los que estaba escrita la dirección de la vivienda de Reya, y un diagrama de escaños de poder del palacio, en ese momento, alguien reconoció la letra de los documentos, y el nombre de la persona detrás de todo salió a la luz: Wassmeier.

sábado, 29 de agosto de 2015

ACTO 26 (Vol.1)

  Después de muchísimo tiempo parado, y pese a la insistencia de las autoridades sanitarias para que no lo hiciéramos, el blog vuelve a la vida para retomar la historia desde el punto en el que se quedó.

  Creíamos necesario no dejar el cadáver pudriéndose eternamente, y en lugar de enterrarlo bajo 10 metros de profundidad como harían las personas cabales, decidimos resucitarlo para acometer con el tramo final de la campaña, que ya iba siendo hora. De modo que, listos o no, aquí vamos de nuevo.



28 de Sommerzeit: Séptimo Día del Carnaval de Middenheim.

  El grupo no se iba a andar con chiquitas esta vez, y si hacía falta, le iban a dar pal pelo hasta al guionista de la historia para conseguir respuestas, de modo que una vez fuera de “La Perdición del Templario”, lo primero que hicieron fue ir corriendo al carromato a pertrecharse con lo más jodiente de su arsenal.

  Una vez equipados se dirigieron sin demora hacia el lugar indicado por su confidente, sorteando a la númerosa muchedumbre que atestaba las calles bajo la verduzca luz de la luna Morrslieb, que para poner más nervioso al personal, comenzaba a dominar el nocturno cielo no augurando nada bueno con  su presencia cada vez más notoria y sonriente, cosa que sumada al hecho de que Arty comenzaba a sentir una perturbación en los vientos de la magia aún con las protecciones místicas de la ciudad, lograba poner más histéricos a nuestros protagonistas. Por su experiencia, todo aquello solo podía significar una cosa: Alguien estaba haciendo cosas nazis en la ciudad. Cosas muy nazis.

  Su guía los llevó hasta lo más profundo del Altquartier, hasta una cochambrosa casa aparentemente abandonada, de ventanas rotas. Allavandrel pagó lo acordado al hombre, y este se marchó con viento fresco a lugares más seguros.

  Una inspección de la zona les rebeló un carro junto al edificio bajo cuya lona se escondían algunos muebles y bolsas con ropa, además de un agujero en la pared de la planta baja lleno de guano y algunas plumas. Como no habían ido allí a perder tiempo, sino a correrle a gorrazos a alguien, Karin se puso de inmediato manos a la obra para abrir la puerta trasera del edificio, cerrada a cal y canto. Pero ¡Ay! Tan hecho mierda estaba el lugar que al de poco de ponerse a la tarea parte del marco de piedra de la puerta se le cayó encima junto con parte de la pared, con el consiguiente estruendo; y antes de decir Aguirremezkortajarena, el grupo ya se había ocultado lejos, bajo las sombras de los edificios de enfrente, desde donde pudieron ver la sombra de alguien observando desde una ventana a los pocos vecinos alertados por el estruendo que se arremolinaron junto a la puerta.

  Pasado el susto, y tras esperar un tiempo prudencial a que la gente se dispersara, el grupo aprovechó el agujero provocado por el derrumbe para entrar en el edificio. Con más sigilo que un ninja envuelto en algodón, todos fueron entrando a una habitación completamente vacía y en donde vieron un rastro de pisadas sobre el polvoriento suelo. Un rápido vistazo les rebeló unas escaleras que subían, y un pasillo, y mientras decidían qué hacer, escucharon a dos hombres hablar más allá del pasillo sobre el estruendo, y sobre una niña asustada. Las voces se acercaban a la misma velocidad que un resplandor que pronto iluminaría la estancia, y sin casi tiempo de reaccionar, en cuanto los hombres pusieron el pie en la habitación, el grupo atacó con todo lo que tenía.

  El combate que siguió fue, como viene siendo habitual, de todo menos épico. Los hombres se defendieron como pudieron, mientras que el grupo como siempre, atacó con la misma sutileza y organización que una manada de mandriles en celo, aunque al método hay que reconocerle su parte de efectividad. Los hombres cayeron en el combate, y mientras este tenía lugar entre tajos, golpes, tirones y mordiscos, alguien comenzó a disparar flechas desde más allá del pasillo, motivando a Albrecht a actuar para no terminar bloqueado contra la pared por la lluvia de flechas, y este, protegido con su escudo, ni corto ni perezoso, se lanzó a la carrera contra el objetivo, descubriéndolo asomado desde una trampilla en el suelo y haciendo un meritorio placaje de fama y aplauso, de no ser porque se fue al carajo junto a ambos contendientes cuando los dos se precipitaron trampilla abajo hechos un desordenado ovillo de brazos y piernas. El resultado fue un esperado trompazo monumental que casi manda a Albrecht a la atención de Morr.

  El grupo salió ganador de la trifulca, que si bien fue breve, también fue muy dura y se cobró su peaje. Los enemigos, dos mujeres y dos hombres, estaban muertos, pero Arty que había terminado inconsciente, casi pierde un ojo en el combate, y puede que incluso algo más, además de lo sufrido por el resto de sus compañeros.

Nada que no curen la Mercromina y un par de tiritas.
 
  Una vez puestas las tiritas, procedieron a inspeccionar el lugar. Contrastaba con el edificio abandonado de arriba, por cuanto que este estaba muy bien acondicionado y en buen estado. Aparentaba una bodega enorme muy bien reformada como lugar de residencia bajo tierra. A medida que fueron explorando las habitaciones, encontraron cosas bastante interesante que hicieron encajar más piezas en el rompecabezas que se traían entre manos: Una pajarera con una paloma dentro, y junto a la pajarera una montón de cenizas; un montón de cartas de amor, declaraciones y poemas firmados todos ellos por un tal “Lobo Feroz”; y lo que terminó de poner la guinda al pastel: una niña atada y amordazada de unos 7 u 8 años, que en cuanto se le preguntó afirmó ser la sobrina del Juez Erlich, exigiendo con la altanería propia de los nobles que se la llevara a su presencia.

La bomba acababa de estallarles en la cara.