domingo, 8 de junio de 2014

ACTO 24


  Despues del susto del día anterior, los nervios en el grupo estaban a flor de piel y la cosa no parecía que pudiera mejorar, puesto que ese mismo día era la cita entre elfos de la corte y enanos de la ciudad, y nuestros protagonistas íban a tener que volver a estar en medio de todo el sarao, lo que hacía que a mas de uno no le llegara la camisa al cuello.

  Pero había que echarle huevos al asunto, y prepararse para un nuevo día de curro, que hay que levantar el país, tal y como atestigua Karin con la narración de esta entrada.

27 de Sommerzeit: Sexto Día del Carnaval de Middenheim.

  Tras madrugar como cada día y dar a los papones gitanos su “paga diaria”, Magmar se fue a poner al día a Albretch sobre la trifulca de la noche anterior, y después a hablar con Dennin, quien le comentó que había acordado una cita para esa misma tarde con el Sacerdote de Grungni para hablar con los elfos de la Corte en el propio Gremio de Ingenieros enano.

  Viktor, por su parte, tras comprarse nueva ropa, se acercó a ver el Patinaje sobre hielo, donde se encontró con los elfos de la corte además de con Emmanuelle y Kirsten. Los orejas picudas al ver a nuestro halfling le llevaron fuera del campeonato a informarle de nuevas pesquisas:

- Los elfos informaron del halfling que tras la pelea de la noche anterior con los Hombres Bestia, skavens y goblins de por medio, se habían redoblado todas las guardias. Al saber de la nota encontrado por Viktor, los 3 fueron a informar a la guardia sobre ello por si pretendían tomar medidas y buscar a la supuesta niña que llevaba esa muñeca encima en el momento de ser secuestrada.
- Le hicieron saber cuál es la casa del Juez Erlich, pidiéndole que fueramos con cuidado si pretendiamos investigar entre gente tan importante. La casa en cuestión estaba bien vigilada tras un alto muro que la separaba de la calle.
- Y lo más interesante: una lista de toda la gente que sabían que estaban A FAVOR DE TODOS LOS IMPUESTOS: el Sumo Sacerdote Al-Ulric, Emmanuelle, el Canciller Sparsam, Goebbels y supuestamente los 3 Jueces Supremos.

  Tras informar debidamente a Viktor, y llevar la nota a la guardia, los 3 hombres se fueron cada uno por su lado.

  Mientras tanto esa mañana Arty y yo, Karin, fuimos nuevamente al Gremio de Letrados. Allí la única información nueva que sacamos fue gracias a darle palique al anciano que nos atendió:

- Hubo algunas quejas cuando Goebbels tomó el cargo, sobre todo por cómo subió a dicho cargo con ayuda de Anika, pero pronto se acallaron al ver que hacía bien su trabajo y que el gremio de mercaderes enseguida empezaba a tener muchos ingresos.
- También hallamos las direcciones de los negocios de los que el susodicho estaba al cargo, sobre todo almacenes. Tras salir del Gremio de Letrados nos acercamos a ver dónde estaba el Almacén Central de Goebbels.

  Tras la bien merecida comida en la que todos pusimos en común las nuevas informaciones conseguidas, el grupo volvió a separarse para tratar de interceptar a Allavandrell y Rayanne. Al primero lo encontramos enseguida a la salida del Estadio Bernabau tras el partido de snótbol. Al elfo artista lo encontramos a la salida de la Escuela de Música tras un espectáculo.

  Reunidos todos además de los dos elfos, nos dirigimos hacia a Escuela de Ingenieros enana, con nuestro grupo como únicos escoltas de los dos elfos de la Corte. ¡Como para habernos pasado algo! Al llegar al lugar todo el mundo andaba alborotado esperando la llegada del Sumo Sacerdote de Grungni, una eminencia para todo enano. Todo era caos, revuelo y nervios hasta que llegó (y una vez que llegó, más). Era un enano muy viejo, su barba casi llegaba al suelo, era bajito pero corpulento y llevaba a la espalda un enorme martillo y un casco de formas geométricas.

   Se reunieron frente a un altar Magmar, Rayanne, Allavandrell y el Sumo Sacerdote. Rayanne estaba tan acojonado que le pidió a su amigo que fuese él quien hablase por los dos.

En aquella sala había más tensión que en el bautismo de Gizmo.
   Aunque parezca increíble, tras un buen rato de discutir quién era mejor o peor, o quién la tenía más larga, se llegó a un entendimiento. El Sacerdote acordó hablar en nombre de los elfos en la Capilla de Grungni para que ningún enano ataque a ningún elfo en la ciudad. 

  Una vez fuera de aquel lugar que tanto canguelo daba a los elfos, Allavandrell nos confesó que había decidido ir un paso más allá: quería interrogar a los Caballeros Pantera, la Guardia Real del Graf.
 
  Nos volvimos al Gran Parque a cenar, tras lo cual pudimos ver “Las Luces del Estanque Negro”. Casi todos los hechiceros de Middenheim estaban allí creando luces, fuegos artificiales o ellos mismos flotando sobre el lago. Un espectáculo precioso, llamativo y artístico que nos ayudó a despejar la mente durante un rato.

  Una vez finalizado Arty y Viktor se acercaron al Gran Hechicero, Hanna Eberhauer y la supuesta hermana de Hanna que vimos en la taberna en la pelea contra los Hombres Bestia y sus apañeros. Les hablaron sobre el anillo encontrado por Magmar que pertenecía a un hechicero arrojado al Barranco de los Suspiros.

   El Gran Hechicero reconoció el nombre grabado en dicho anillo: perteneció a un ilusionista ambicioso que desapareció hacía ya 6 años tras habérsele encontrado practicando la nigromancia. En aquel entonces se le ajustició y encarceló, pero cree que tuvo ayuda para escapar de la cárcel. Dicho esto, les citó junto con Magmar para el día siguiente con el fin de encontrar a la osamentera que le vendió el anillo e investigar sobre el tema.

  Yo por mi parte me fuí a la tienda donde ahora trabaja Albretch, “Tomillo y Orégano”, para liarle un poco dado que el muchacho había ejercido como ladrón en su adolescencia. Pero por el camino tuve que andar esquivando a un hombre que me iba siguiendo por entre las callejuelas. Cuando por fin pude darle esquinazo es evidente que el hombre me seguía pues vigilándolo desde la distancia comprobé que se preocupaba al perderme de vista, terminando por meterse en una taberna.

  Dando un rodeo, por si las moscas o piojos, llegué a la tienda ya algo tarde, pillando a Al ya en pijama. Le convencí para echar un vistazo en el Almacén Central de Goebbels, pero lo único que pudimos averiguar fue que estaba lleno de cajas, con una oficina y que era vigilado por 5 hombres que pasaban las horas jugando a cartas. Bueno, y Albretch también se llevó de regalo un buen culatazo al caerse de la cuerda que uso para encaramarse a una claraboya y echar un visazo al interior del almacén. Dolorido y cansado, el mozo se marchó a dormir, dejándome a mis cosas, pues aun tenía tareas pendientes ese día.

¡Pardiez! ¡Si es que solo piensas en el trabajo, Karin!

  Me acerqué a curiosear una joyería llamada “El Dragón de Jade”, en Ulricsmund, pero al ver que la calle estaba excesivamente iluminada para mis propósitos me dirigí a un lugar que ya conocía de antemano: la cerrajería en la que pregunté sobre las ansiadas “ganzúas de la mejor artesanía”. Logré entrar y coger dichas ganzúas, además de lo que parecía un cheque por valor de 80 coronas nada menos. Después, tras el acojone de si me pillarían con las manos en la masa, me volví deprisita y corriendo al carromato a dormir con el resto de mis compañeros.

1 comentario:

  1. El despliegue de zarandajas y nervios en la Escuela de Ingenieros enanos fue demasiado a mi parecer, pero es que yo no concibo mucho estas cosas de religiones y peleas entre enanos y elfos. La vida es corta, como yo, para tanta preocupación y tanto odio.

    Y respecto a las incursiones nocturnas que le costaron a Albretch un sueño abrumador al madrugar al día siguiente, no fueron todo lo bien que esperaba, pero al menos saqué algo extra de la cerrajería.

    La verdad es que tengo ganas de saber qué información puede sacar Allavandrell de los Caballeros Pantera.

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