miércoles, 7 de agosto de 2013

ACTO 20 (Vol. 2)



   Viktor continua relatándonos cómo las pesquisas en Middenheim llevaban al grupo de los terrores con tanta hipótesis conspiranoica de por medio, y lo cierto es que viendo cómo estaba el patio, no era para menos.

24 de Sommerzeit, día 3: Marktag. Tarde.

  Karin y yo nos hallábamos en la Fiesta del Jardín. Entre la muchedumbre se podía ver a varios Caballeros Pantera, la Guardia personal del Graf, mas no vimos a este último.

  Petra, dama de pelo rizado castaño, se unió al grupo donde se hallaba la princesa, y un suspirante Rallane decidió presentarnos, tanto a la princesa Katarina como a las damas que la acompañaban. Durante las pertinentes presentaciones, elogios de rigor y preguntas indiscretas y acusatorias de la carabina (también de rigor), mi hermana se percató de la llegada a la fiesta de dos personas más, quienes fueron anunciados como el Gran Hechicero Albrecht Helseher, moreno con una larga melena y vestido de azul oscuro, y su ayudante Hanna Eberhauer, mucho más joven que él.

 

Albrecht Helseher. Otro que se sumó al carro de los cameos.

  A pesar de que intenté ganarme la confianza de Katarina prometiéndole una de mis historias aderezadas con el magnífico acompañamiento de Rallane, las preguntas de la carabina y sus observaciones se volvieron cada vez más impertinentes, pero fuimos salvados por la campana: Herr Doktor Luigi Pavarotti hizo una triunfal entrada en escena ganándose, para su regocijo, las malas miradas de todos, en especial la de la carabina.

  Sin embargo como lo prometido era deuda, Katarina, emocionada por todo lo artístico, se prestó a organizar un sitio y un rato para Rallane y para mí en el cenador, lugar que en ese momento ocupaba los músicos que amenizaban la fiesta.

  Mientras tanto, seguimos hablando con el resto del selecto grupo y conseguimos algo más de información acerca de Luigi. A saber:
  • Kirsten desmintió que Herr Doktor estuviera tratando la enfermedad del Graf. No le dejarían acercarse a él, y su único cometido era tratar la enfermedad de su hijo, el cual parecía ir presentando mejoría poco a poco.
  • Petra definió a Pavarotti con las siguientes palabras: "Tiene una resistencia admirable y una gran capacidad atlética, pero me niego a repetir la experiencia con él, que tardé dos días en recuperarme".
  • Emmanuelle, por su parte, confesó que Luigi le hizo proposiciones indecentes cuando menos lo necesitaba.
  Fue entonces cuando un adinerado mercader que también era parte de la conversación, y dueño de varias tiendas de hierbas, interrumpió la conversación. Afirmaba que Herr Doktor era un buen médico pese a todo lo que se decía de su vida privada, y que sabía bien lo que hacía, ¡¡Además de que era muy bueno tratando a sus pacientes con hipnotismo!!

  En ese momento una antorcha se encendió en la mente de mi hermana y la mía. Recordamos claramente la actitud de Dieter recitando con una expresión inanimada lo “necesarios y correctos que eran los nuevos impuestos”, como un autómata. Nuestra percepción acerca de la importancia y protagonismo de Herr Doktor cambió en ese instante.

¿Qué otra cosa esperábais en el medievo?
  Y mientras mi hermana y yo haciamos nuestras conjeturas a raíz de la nueva y sorprendente información, nuevos invitados llegaban a la fiesta: uno de los Mariscales y Herr Goebels hacían acto de presencia en ese momento.
   
  Tras otro rato largo de charla llegó por fin el momento de las leyendas de Hansel Gretelstein, acompañado musicalmente por Rallane y con una inestimable ayuda de Karin recitando la famosa introducción para dar paso a la leyenda de “La princesa y la cama de piedras preciosas”. Una leyenda que ensalza el honor y otros nobles valores que salen a flote aunque la situación se torne adversa y decepcionante. La narración a través del arte músical de Rallane, y mi talento de cuentacuentos cautivó a la princesa Katarina y a multitud de los asistentes de la fiesta.

  Tras la actuación, los halfings y los elfos dimos un paseo, durante el cual se nos acercaron diferentes personalidades a saludar y dar la enhorabuena por la historia. Un rato más tarde encontramos al Gran Hechicero y a su ayudante. No me lo pensé dos veces e inicié una amena charla con ellos acerca del mundo de la magia, sus entresijos y diferentes aspectos de ésta. Hablando de magia no podía dejar pasar la oportunidad de unirlo con el tema de los impuestos a los magos y de cómo esto ha propiciado el exilio de muchos de ellos. El Gran Hechicero, visiblemente enfadado, se alejó de la conversación y Hanna comenzó a hablar más de la cuenta, aunque por desgracia su mentor la calló a tiempo. A saber:

  • Sospechaban que el Canciller Sparsam es el que lo había llevado todo a cabo, que solo le interesa llenar las arcas de la ciudad.
  • Hanna opinaba que podía haber sido capaz de convencer a los Jueces Supremos y al Graf para introducir los nuevos impuestos en la ciudad. Nota mental de los Halflings: ¿Es el Canciller amigo de Herr Doktor? Porque eso podría explicar muchas cosas…
  • Hanna también confesó haber sido víctima de proposiciones por parte del Canciller, a pesar de que éste es un hombre tímido poco dadó a tratar con el género femenino, según comentan los elfos.
  Al fín de toda la conversación, se nos acercó de nuevo el mil veces mencionando Luigi, dándonos una jocosa noticia: El delicioso ponche servido en la fiesta era obra suya. Los elfos se acojonaron. Yo me dí cuenta de que no me encontraba demasiado bien y, en un somero vistazo en derredor nos fijamos de que había gente demasiado contenta a causa de la graduación del brebaje, o diréctamente vomitando o desmayada. Sintiéndome centro del universo al ver girar el mundo a mi alrededor, me encontraba peor todavía. Dejé la copa apoyada donde buenamente pude y decidimos que era un buen momento para reanudar nuestro paseo por le jardín del palacio, a ver si nos refrescaba el aire, momento en el que vimos aparecer, de nuevo, al Caballero Eterno y notamos cómo les repugnaba a los elfos.

  Durante nuestro paseo nos encontramos a Herr Goebels hablando con gente adinerada. Los comentarios sobre él son que es un ladrón (no me extraña en absoluto) y que trata muy mal a las mujeres (con algo tenía que completar el pack de “Pinto y coloreo cómo hacer amigos”). Ninguna opinión que no se espere de alguien que ocupa al mismo tiempo los cargos de Presidente de la Comisión de Comercio, Industria e Impuestos, y el de la Dirección del Gremio de Mercaderes.

  Fuimos presentados y decidí ir a hablar con él para ganármelo un poco. Los elfos, muy sabiamente, decidieron mantenerse al margen. Durante nuestra conversación le hice la pelota sobre lo bien escogidos que están los nuevos impuestos y que, aunque ahora nos fastidien a la mayoría, en un futuro cercano servirán perfectamente a la ciudad. Herr Goebels defendió también los impuestos afirmando que le gustaban los cambios tributarios y que el tesoro necesitaba fondos adicionales, los cuales serían necesarios tras el Carnaval. También mencionó que el gremio de mercaderes quedaba exento del pago de los nuevos impuestos, lo cual estoy seguro de que le agradaba sobremanera. Preguntándole acerca del origen de éstos afirmó desconocerlo, aunque intuía que fué el Canciller Sparsam el artífice o uno de los artífices de su implantación. Continuó su elogio a los nuevos impuestos y despotricó de las tres grandes facciones afectadas: magos, enanos y religiosos. Durante la conversación salió de nuevo a la luz el rumor de que parecía haber problemas en el Norte del Imperio.

  Terminada la “amena y sincera” charla, volví con los elfos y mi hermana. Éstos comentaron que Herr Goebels y el Canciller son muy amigos, lo cual nos hizo seguir hilando esta complicada telaraña de relaciones e imaginando diversas teorías conspiranoicas.

  Desviamos nuestra narración hacia otro lugar y otro momento. Lugar donde se encontraba Magmar, a las 16h. Magmar decidió ir a buscar a Dennin al Gremio de Ingenieros para ponerle al corriente del plan de algunos enanos que pretendían atentar contra los elfos de la corte. Dennin aseguraba no saber nada y, aunque no guardaba ninguna simpatía por los elfos, era consciente de que su raza sería la más perjudicada si algo malo les pasara. Decidió recriminar a sus obreros y aseguró que hablaría con el Sumo Sacerdote de Grungni para que hiciera lo propio con sus fieles, y se corriera la voz del peligro de llevar tal acción a fin de evitar un mal mayor.


 Y mas vale que hagan caso, que las hostias de este cura no son precísamente de oblea.

  Dicho y hecho, Magmar se dirigió al teatro en busca de Arty. Por el camino descubrió que unos chiquillos lo seguían y observaban, pero en el momento de actuar éstos ya habían desaparecido por los callejones que desembocaban en el Altquarter. Prosigió su camino hacia el teatro y se encontró con Arty cuando salía del mismo.

  Por otro lado, nuestro compañero Albretch, conocedor de la vacuidad de su monedero y de la imperiosa necesidad de ganarse algunas monedillas decidía dirigirse a la zona comercial en busca de trabajo. Visitando diferentes locales le ofrecieron todo tipo de empleos. Desde calígrafo hasta cantero, desde artista perrofláutico hasta embalsamador (lo que nos faltaba). Finálmente pareció encontrar un empleo que le agradaba: herbolario. En el comercio “Tomillo y Orégano”, regentado por un solitario anciano llamado Alfonse Perlenbacher que buscaba ayudante. Además de la entrevista de rigor, Perlenbacher no escatimó en palabras, demasiado tiempo encerradas en su garganta y comienzó a contarle su vida de viudo de más de 70 años cuyos hijos no estaban interesados en el negocio familiar y que emigraron hace ya bastante tiempo. Comentó lo bien que le vendría un ayudante para su pequeña tienda abarrotada de frascos con hierbas de toda índole, ya que no podía ir a recogerlas y regentar el local al mismo tiempo, lo que le obligaba a tener que pagar a proveedores, algo que incrementaba los gastos del comercio, bajando en consecuencia las ganancias. Le preguntó a Albretch por su experiencia en este negocio pero nuestro joven compañero, como cualquier joven que busque empleo sin tener ni puta idea del puesto a desempeñar, y ni una mísera hora de experiencia en él, hizo gala de una verborrea supina alegando su facilidad de adaptación, sus ganas de aprender, su joven dinamismo y su buena voluntad.


  El viejo Alfonse decidió darle el trabajo. Trabajo que consistirá en salir de la ciudad en busca de los más variopintos hierbajos que circundan la Fauschlag. El anciano le proveyó de una licencia con la cual la Guardia de la ciudad le dejará entrar y salir sin pedirle que ponga el culo y además le ofreció dormir en el piso de arriba. Siendo un negocio familiar, disponía de su parte habitable en el mismo local, lugar donde una vez vivió el resto de su familia… Joder, hasta a mí me da penica el viejo, hoygan.

  Albretch firmó un contrato por un mes, cuya retribución semanal es de 45 peniques. Desde luego cómo se deja mangonear la juventud, yo no firmaba por menos de 1 corona diaria y Jacuzzi todos los fines de semana con elfas ligeritas de ropa. Tras firmar, nuestro compañero se dirigió al carro con la intención de recoger sus pertenencias.

  Mientras tanto en los Jardine del Palacio, decidiamos que ya era hora de marchar a otros eventos carnavaleros, que que en ese momento los elfos se percataban de que se estaba haciendo tarde y debían partir inmediatamente hacia la Escuela de Música para llegar a tiempo para la actuación de Rallane. Decidimos ir con ellos, faltaría más. De hecho, observamos que Emmanuelle y Hanna también se diorigían hacía allí, así que intentariamos no perder la oportunidad de sacarle más información a Hanna unas horas mas tarde, cervecita en mano.

1 comentario:

  1. Todo muy sospechoso, sí. Sacamos mucha información jugosa y otra tanta (como las palabras de Petra) que sobraban. No me hacía ninguna falta conocer tanto detalle de cómo Herr Doktor le ha dejado el agujero como un pasillo del Palacio... XDDDDDDDD.

    Por suerte tenemos a Dennin de parte de Magmar y le desagradó la noticia del atentado contra los elfos, de lo contrario se hubiera liado muy parda.

    Y me alegro de que Albretch haya encontrado un trabajo (digno), nos vendrá bien su licencia para entrar y salir de la ciudad a su antojo. Y que conste que mi trabajo es muy digno también, que mis sudores me cuesta, aunque la gente no lo entienda del mismo modo ¬_¬

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