Llegamos al fín al término del segundo día de carnaval en Middenheim. No se podía decir que no les hubiera cundido, y tenían mucho en lo que pensar, pero el día aún podía dar para un poco mas, y el grupo decidió que no había por qué malgastar lo que les quedaba de él.
¿Y cual era la mejor manera de aprovechar ese tiempo? Pues evidéntemente, bebiendo como cerdos. Y ahí que fueron, de nuevo a terminar la jornada en la Fiesta de La Cerveza del Gran Parque.
23 de Sommerzeit. Noche.
Así pues, los 6
amigos llegaron al Gran Parque tempranito para coger sitio bajo la carpa. La
gente ya empezaba a llegar, y los barriles no tardaron mucho en ser abiertos.
La cerveza comenzó a fluir, y las lenguas a soltarse, y nuestros protagonistas
volvieron a disfrutar de una relajada charla con los miembros de la corte mas
sociales con la plebe, y a enterarse de más información con la que encarar la
misión que los había llevado hasta allí.
Bueno, todo lo relajada que puede ser una charla entre borrachos, claro. |
Allavandrel comentó
que Hanna, la ayudante del Gran Hechicero, le resultaba una mujer muy atractiva
y que no le importaría tomar algo con ella. Por su lado Rayane conocía poco al
Gran Hechicero de Middenheim , pero pensaba que era alguien muy inteligente,
comentando también que Al Ulric era alguien de fiar, y que ejercía muy bien el
sacerdocio.
Al preguntar sobre
la Fiesta en el Jardín a la que Viktor y Karin asistirían invitados por los dos
elfos, estos hablaron sobre los posibles asistentes. La Princesa y su Carabina
desde luego que estarían, al igual que el Gran Hechicero y su ayudante, y las
Damas de La Corte. Y pese a todo lo que pudiera decir Luigi Pavarotti, era
seguro que también acabaría asistiendo.
Poco a poco, la
conversación fue derivando hacia lo que realmente interesaba, y después de
hablar del edicto Imperial sobre dejar tranquilos a los mutantes, y que en
Middenheim el Graf había decidido pasar por alto, hecho que Dieter, Rayane y
Allavandrel pensaban que acabaría trayendo muchos problemas a la ciudad, Albrecht
y Viktor se las ingeniaron para sacar a debate los famosos nuevos impuestos,
por los cuales confirmaron por medio de sus nuevos amigos, que muchos
hechiceros habían marchado ya de la ciudad.
A Allavandrel le
parecía bien el de los enanos, pero se mantenía indiferente ante los otros dos
impuestos. Le disgustaba que los enanos culparan a Rayane del tema, y a pesar
de estar a favor del mismo, sabía que la cosa traería problemas a la larga.
Rayane era de la
misma opinión que Allavandrel, y estaba a favor del impuesto a los enanos, e
indiferente con los otros. Conocía los rumores que le apuntaban como culpable
de la imposición de los impuestos, pero aseguró que el no tenía nada que ver
con la decisión del Graf de aplicarlos a pesar de estar a favor.
La reacción de
Dieter fue muy extraña ante el tema. Se puso muy serio y afirmó que eran muy
buena idea. Según él, todos a los que afectaban los impuestos tenían dinero
suficiente para pagarlos, y está afirmación vino acompañada de un cabio de tono
y ánimo que sorprendió a todos, dada la agradable actitud que había tenido
durante todo el día con los presentes. De hecho, sus palabras sonaron extrañamente
rotundas y programadas para responder a
dicha cuestión.
Siguiendo con las
argumentaciones de Dieter, los dos elfos opinaban que los impuestos eran
exagerados, pero justos, pero que si iban a traer problemas y traer mas mal que
bien, deberían quitarlos, y ante la insistencia del tema, Dieter volvió a
ponerse en “modo automático”, y a repetir las mismas exactas palabras que
antes, percatándose Karin de su mirada vidriosa, su semblante serio y sin
emociones, y el nuevo cambio de actitud. Era como si cada vez que se sacaba el
tema, Dieter se convirtiera en otra persona totalmente distinta, soltara un
discurso memorizado, y volviera a ser el mismo tras terminar con sus
argumentaciones, serias y en algún momento, hasta agresivas. Algo demasiado
evidente para que nuestros protagonistas lo pasaran por alto, que quedó mas
patente cuando el Campeón del Graf quiso cambiar de tema preguntando por
Magmar, momento en el que su actitud volvió a ser la del Dieter que conocían,
formal, pero agradable de tratar, para volver a parecer un autómata hablando
por boca de otra persona al volver de nuevo al tema de los impuestos.
Este insólito y
sorprendente hecho, hizo que sospechas de lobotomías, encantamientos, y
chantajes pasaran por las mentes de Albrecht, Viktor y Karin cuando la halfling
se lo hizo notar a sus compañeros, y los tres apuntaron mentalmente dicha
cuestión para investigarla mas adelante.
La conversación
fluyó de nuevo hacia las personas de la corte. Allavandrel puso a parir al
Caballero Eterno. Lo odiaba y lo mas agradable que llegó a decir de él, fue que
era un “grandísimo hijo de mil rameras”. Rayane se mostró mas comedido en sus
palabras, tratando de calmar a su amigo, y tildándole simplemente de imbécil.
Dieter por su parte comentó que era muy pomposo, y muy mal guerrero.
Al hablar de la
Princesa Katarina, el Campeón del Graf dijo que le parecía un poco tonta y
mimada, mientras que Rayane suspiró con mirada perdida ante las explicaciones
de Allavandrel que aclaró que acababa de salir de uno de sus tontos y pasajeros
enamoramientos con ella, ya que ningún elfo podría casarse nunca con un miembro
de los Todbringer. El Maestro de la Caza opinaba mas o menos como Dieter, pero
la joven le caía bien a pesar de todo, ya que era un alma buena. Le gustaban
sus modales, era amable y muy caritativa, de hecho, ayudaba personálmente a
algunos orfanatos de Middenheim y al Templo de Shallya de la ciudad.
Katarina Todbringer: Un ejemplo de buena conducta y decencia. Palabras inexistentes en el diccionario de nuestros PJ-s. |
La conversación terminó hablando del Graf. Como ya les dijera Allavandrel a los hermanos Villaverde durante el Torneo de Tiro con Arco de aquel día, Boris Todbringer se encontraba muy enfermo, y por eso no se le había visto durante los primeros actos del carnaval. Y hasta que no se recuperase un poco, se reservaba para los mas importantes. Ante la pregunta respondió que Heinrich debería ser el siguiente Graf, pero no era mas que su opinión.
Al final, los temas de conversación derivaron por otros derroteros, y es que con tanta cerveza de por medio, era difícil seguir informándose para la misión cuando nadie era capaz de articular palabras con vocales, por lo que finiquitaron el día dejándose llevar por la juerga.