Llegamos al último acto de la campaña, con una partida que guardaba un final apoteósico para la historia, y que dejaría a los jugadores con el culo petrificado y los huevos congelados. Y es que, una vez más, no se escatimó en efectos especiales y sonido chorrofónico para la traca final que aguardaba a los protagonistas de esta aventura.
28 de Sigmarzeit
Durante la comida del mediodía de aquel día, el grupo volvió a reunirse en La Peña para ponerse al corriente sobre sus descubrimientos, pero nada más terminar de comer, y antes de ponerse de nuevo en marcha, una comitiva de guardias locales hizo aparición para apresar a Lïnara y Falandar: se los acusaba de robar pertenencias a Van Haagen en la posada de La Urraca, y varios testigos lo confirmaban.
Viendo que allí todo el mundo estaba comprado, resistirse al arresto solo complicaría las cosas, de modo que aunque negaron los hechos declararon que ya no trabajaban para Yngwie, por lo que Van Haagen no pudo hacer que arrestaran también al elfo como presunto colaborador, y de esta forma tanto él como el resto del grupo quedaban libres para poder seguir operando contra el villano, que refunfuñando vió como se llevaban a la pareja sin poder hacer más daño a sus rivales. Yngwie prometió darse prisa en liberar a Lïnara y Falandar, y el resto del grupo se puso manos a la obra sin perder tiempo.
Así, durante el resto del día y hasta la hora de la cena, consiguieron una audiencia con el alcalde, y se enteraron por el capataz de la mina que esta llevaba parada demasiado tiempo a causa de los accidentes, lo que empezaba a repercutir en la economía del pueblo. Convencieron a este último de que permitiera a Jorm investigar la mina bajo su supervisión, y acordaron hacerlo al día siguiente, pero la noche iba a ser muy larga en Wolfenburgo y algunos nunca volverían a ver el día siguiente.
¿Tengo que recordar que a comienzos de la campaña los jugadores descubrieron que estaban jugando una historia paralela a la que jugaron en El Enemigo Interior? Pues bien, fue justo en este momento cuando ambas historias se interconectaron.
No me miren así, necesidades del guión, oigan.
Esa misma noche, ocurrió el desastre. Y es que sin que nuestros PJ-s lo supieran, esa era la noche en la que en Middenheim se desató el caos (literálmente) en nuestra campaña anterior, y sus consecuencias se hicieron notar a miles de kilómetros a la redonda: un fuerte viento se levantó por todo Wolfenburgo al mismo tiempo que una enorme Morrslieb, la luna del caos, iluminaba con su luz verdosa las calles y se posaba sobre la Fauschlag, visible desde las ventanas más altas. Una explosión azul se dejó ver, oír y sentir desde Middenheim, la ciudad del Lobo Blanco que coronaba la Fauschlag y, a continuación, un rayo del mismo color salió despedido hacia el cielo arremolinado de nubes. Después, aquella malsana luz se extendió por todas las tierras del Imperio durante varios segundos y volvió la quietud, pero no por mucho tiempo.
Mientras nuestro grupo miraba con terror desde las ventanas de la posada, comenzaron los gritos, rebuznos y graznidos en las calles de Wolfenburgo. Los animales se encabritaron, la gente salió corriendo por las calles en medio de la noche presa del horror más absoluto, y seres grotescos comenzaron a aparecer por todo el pueblo, mientras comenzaban los disturbios y los incendios. Ah, y bajo la malvada mirada del Director de Juego, los jugadores se vieron envueltos en una ensalada de tiradas de dados para comprobar si lo que les crecía era un tentáculo en el sobaco, o un caparazón biónico en la chepa, porque, efectivamente, era el momento de ¡la barra libre de mutaciones!
Los personajes de la campaña dando las gracias al DJ por dejarles disfrutar de las maravillosas tablas de mutaciones. |
Los únicos seriamente afectados por la onda expansiva de caos desatado fueron Jorm, Yngwie y Johann. El enano fue quien más suerte tuvo de los tres, ya que la corrupción únicamente le afectó retorciéndole una pierna y dejándolo cojo de por vida, mientras que el jugador de Yngwie decidió gastar un Punto de Destino, para no ver al elfo convertido en una especie de filete crudo andante cuando se le volvió la piel del revés. Johann, al ser un miserable PNJ sin Puntos de Destino, fue el menos afortunado y corrió la misma suerte que muchos de los habitantes de Wolfenburgo, ya que se convirtió en un fistro cuando su cuerpo se llenó de pólipos supurantes.
La mañana siguiente prometía ser divertidísima. Sobre todo, para el Director de Juego.
29 de Sommerzeit
Al despertar, y una vez recuperados del susto, se pusieron en marcha. Debido a lo sucedido durante la noche anterior, en el pueblo reinaba la anarquía absoluta. Mucha gente había mutado, y familias y amigos no sabían qué hacer al ver aquel despliegue de escamas, miembros extra, tentáculos y cuernos. Los afectados pedían auxilio, y había quienes trataban de ofrecerlo, y quienes trataban de pasar por la piedra a aquellos engendros, fueran parientes o no.
Al ver que el capataz que los acompañaría a la mina no aparecía, Axel, Jorm, Gottfried e Yngwie decidieron ir a investigar sin él. Y esta vez no tuvieron problemas para entrar, ya que el guardia que la vigilaba estaba un pelín ocupado con el clon que le estaba creciendo desde la rabadilla. Investigar la mina les llevó toda la mañana, pero dio sus frutos y aceleró los acontecimientos hacia el final de la historia: el enano confirmó las sospechas de todo el mundo respecto a los accidentes en la mina al ver que habían sido clarísimos sabotajes pero, aún más importante, durante su investigación descubrieron a un hombre que los espiaba desde la distancia.
Actuando con rapidez, el grupo se dispersó para darle caza, pero en la persecución del individuo este se descalabró al caer desde unos andamios de la cantera exterior. Los sesos desparramados del tipo evidenciaban que no podrían interrogarlo, sin embargo, fueron capaces de desandar su camino siguiendo el rastro del espía, y este los llevó a un campamento cercano a la cantera en el que deambulaban 4 individuos. Obrando con astucia, y con la ayuda de los estudios de Jorm, lograron provocar una avalancha de rocas con la que sorprenderlos y atacarlos pillándolos desprevenidos, pero se les fue un poquito la mano con el desprendimiento, y la avalancha se llevó por delante a los hombres. Solo uno de ellos logró salir vivo, pero a pesar de ser un hábil pistolero que les dio guerra disparándoles en su embestida para llegar a él, estaba tan malherido que en cuanto llegaron a él y recibió el primer sartenazo, lo mandaron directo a saludar a sus amigos recién fenecidos.
Cuando nuestros protagonistas recuperaron el resuello, investigaron el campamento y cantaron ¡Bingo! con lo que allí encontraron: un montonazo de correspondencia entre Van Haagen y aquellos tipos que los señalaba como los culpables de los accidentes en las minas. Al parecer, bajo las órdenes de Van Haagen, aquel grupo había llegado semanas antes a las minas para sabotearlas y allanar el camino de su patrón, y con aquella correspondencia como prueba Yngwie tenía vía libre para negociar con el alcalde, además de quitar a Van Haagen de en medio.
De este modo, corrieron de vuelta al pueblo, alertaron a la guardia de lo que habían encontrado y pudieron al fin reunirse con el alcalde. Las autoridades liberaron a Lïnara y Falandar de su arresto, y detuvieron a Van Haagen, por maleante y por mutante, ya que había sido afectado por las emanaciones de la noche anterior, y se había convertido en la babosa rastrera que en realidad siempre fue.
Cuando la vorágine que afectó al pueblo se calmó con el paso de los días,Yngwie consiguió tras intensas negociaciones un muy lucrativo acuerdo con el alcalde para encargarse de la prospección de la mina, y ayudar a recuperarse a Wolfenburgo, con lo que su empresa Argentum Valley por fin echaba a andar. Unas semanas después, los inquisidores hicieron acto de presencia para encargarse de purgar de mutantes la localidad, y mucha gente fue directa a la hoguera, o huyó a los bosques cercanos. Con el paso del tiempo, poco a poco Wolfenburgo fue recuperando la normalidad y el comercio gracias a su recuperada mina, y nuestro elfo Yngwie por fin vió cumplido su sueño empresarial.
C´est fini.
Desde su cómoda celda en las mazmorras de la inquisición,
Van Haagen se despide hasta la próxima campaña.