jueves, 15 de diciembre de 2022

Requetecargando

Mira que tenía ganas de meterle caña al blog cuando lo resucité por centésima trigésima cuarta vez, pero ¡ay! La vida es muy puñetera y a la que te despistas te lleva por otros derroteros. Entonces un buen día te despiertas, te levantas de la cama para meterte entre pecho y espalda el chute de cafeína necesaria para afrontar el día, y al mirar el calendario de la cocina con la misma cara de asco-pena de todas las mañanas a esa hora, te das cuenta con espanto de que han pasado casi cuatro años desde aquel propósito “literario”, mientras en tu cabello aparecen unas pocas canas allí donde todavía queda pelo.

De modo que toca hacer balance de esos cuatro años con resignación ante otro fracaso bloguero, aunque solo sea por encontrar alguna excusa que sirva para calmar la conciencia, porque al fin y al cabo, cuatro años deberían dar para mucho, así que a ver lo que tenemos: una colaboración en la creación de una campaña de rol, otra colaboración en la creación de un juego de rol completo, un fin del mundo en forma de pandemia bastante cutre aunque no por ello menos grave, la aventura de estudiar inglés y finalmente, una vergonzosa y ridícula caída en la calle, con el resultado de una cadera rota y una convalecencia que ya va para los nueve meses de recuperación.

No parece gran cosa, pero de todo se aprende, y en este caso he ganado cierta experiencia sobre cómo funciona el mundo de la creación, edición y publicación de rol en España, he confirmado que en situaciones de apocalipsis mundial la gente es tan gilipollas como nos lo han enseñado las películas (si no más), he comprobado que sigo siendo un cenutrio con el idioma de la pérfida Albión, y he disfrutado de los mejores viajes al País de las Maravillas que las drogas de los hospitales pueden ofrecer cuando te atornillan la pierna al cuerpo cual muñeco de McFarlane.

Decrépito futuro me espera con esta cadera.

Así que heme aquí, decidido a cumplir aquel propósito de hace cuatro años en una Internet que no ha dejado de moverse desde entonces, solo para confirmar que la blogosfera está más abandonada que la mascota de unas olimpiadas, que el Facebook es cosa de cuatro viejos mal contados y que en el rol lo que ahora se lleva, es despellejarse y ponerse a parir en Twitter como hace el resto del populacho. En fin, nada nuevo bajo el rol, cambian los medios, cambian las tecnologías, pero los roleros seguimos tan belicosos como siempre, solo que ahora se nos ve más que antes y estamos más gagás, porque lo del relevo generacional me parece que está costando un poquito.

Al menos, compañía no va a faltar de aquí a unos años.
 

Total, que en todo este tiempo tampoco es que haya tenido el teclado parado del todo, y alguna cosa he ido escribiendo, aunque fuera a cuenta de las partidas de rol que he podido dirigir aún con pandemias y roturas óseas por medio. Y como de la que me pongo soy de naturaleza pesada y de escribir mucho, pues los 280 caracteres del Twitter siguen quedándoseme cortos, así que me vuelvo a mi blog, le limpio el polvo y hago como que aquí solo han pasado dos días. Y es que algún medio tendré que usar para subir mis cositas a la red, y rascarme el picorcito que da tenerlas muertas de asco en el disco duro del ordenador, aunque lo haga de pascuas a ramos y sigan viéndolas los cuatro gatos de siempre. Volvemos a estar en la brecha, a ver cuánto dura la tontería esta vez.

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