Si es que no hay vida más desagradecida que la de los
RAGNAR |
El último goblin, el tugurio más sucio y profundo de toda Karaz-a-Karak. En la esquina más alejada se halla un viejo enano refunfuñando mientras se limpia los restos de la comida de su frondosa y cuidada barba. Otro enano mucho más joven se le acerca con una jarra de cerveza en cada mano.
Vaya, vaya, así que otro proyecto de aventurero que viene a escuchar las historias del viejo Ragnar a cambio de un poco de cerveza, ¿eh? Toma asiento muchacho, soy incapaz de decir que no a una Bugman's XXX. El joven se sienta al otro lado de la mesa y entrega al anciano una de las jarras. El anciano coge la jarra y le da un largo trago, haciendo desaparecer la mitad del contenido de la jarra de una sola vez seguro que estas deseando salir a buscar tus propias aventuras, a conseguir oro y fama, a vencer a fieros monstruos en épicos combates para después volver a casa con la riqueza y la fama y ser el objeto de envidias y deseos... nada más acabar esas palabras el anciano enano estalla en sonoras carcajadas, señalando al joven mientras unos enormes lagrimones le caían por los ojos otro iluso con muchas papeletas de convertirse en comida para los cuervos. Escucha chaval, no hagas ni caso a esos cantos de lamiah que escuches por ahí. Ser un aventurero es feo, sacrificado y los únicos premios con los que vuelves a casa es con unos dientes postizos. Eso si tienes la suerte de volver claro.
El joven intenta decir algo, pero antes de que el más mínimo sonido salga de su boca el anciano continua con su discurso oh si, yo soy de los afortunados que han vuelto con vida. Pero no creas que la vida me lo ha puesto fácil. Todo empezó con aquel contrato de un príncipe humano. Ya ni recuerdo de que era, solo que la paga era buena y que iba a ser fácil. Pero un consejo te daré muchacho: si alguien te dice que algo es fácil, dale un puñetazo con todas tus fuerzas en la boca, pues sin duda alguna te está mintiendo. Nada en esta vida es fácil. Nada.
¿No te lo crees? Te pondré un ejemplo. Te contare como fueron mis dos primeros meses de aventurero. Dos meses el tono del anciano se vuelve más serio mientras planta dos gruesos dedos delante de la cara del joven para dar más énfasis a sus palabras ¿A que no parece tiempo suficiente como para que pase algo? Pues si que paso. Vaya si paso. En esos dos meses el grupo con el que me junté y yo, nos pegamos con mutantes, sectarios de los poderes oscuros, necrófagos, zombies, gobos y algún que otro ladronzuelo insensato. Nos dio tiempo a salvar la ciudad humana de Bögenhafen, a rescatar a una boticaria en apuros y a recuperar parte del buen nombre del clan Granmartillo. ¿Suena épico verdad? Pues espera a que te cuente la parte oscura. Si, si, la parte oscura. Esa que los poetas no cuentan en sus hazañas épicas ni en sus bonitas historias.
Chico, es que estas cosas deslucen mucho en los relatos épicos. |
Como los viajes a la intemperie en días fríos y lluviosos. O las palizas recibidas y los días en los que te levantabas como si por la noche alguien te hubiese puesto sobre un yunque y hubiese golpeado con un martillo todos y cada uno de los huesos de tu cuerpo. El primer día y nada más llegar a Bögenhafen me robaron la bolsa con un buen montón de monedas de oro. Y poco después estuve a punto de morir ahogado en un río de mierda. Si, si, no te rías. Estuve a punto de morir ahogado en las cloacas si el humano que iba con nosotros no me hubiese sacado con su pala. En otra ocasión estuve a punto de morir, y lo que es aún peor, de perder la barba cuando una cosa gelatinosa explotó rociándome de ácido.
¿A que ya no parece tan bonito? Hazme caso, ser aventurero es una mierda. Todos esos relatos de épicos viajes no son más que unos engañabobos hechos para que crédulos con ganas de fama vayan resolviendo problemas haya por donde vayan por cuatro miseros peniques creyendo que eso les llevara a la fama. Si lo llego a saber antes no hubiese salido nunca de las Montañas del Fin del Mundo. El viejo vuelve a llevarse la jarra a la boca y la vacía de un solo trago la cerveza y por lo tanto tu tiempo se ha acabado. Hazme caso y vuelve a casa con mama, ¡¿Cómo vas a convertirte en aventurero si tu Barba apenas te tapa el cuello!? ¡Largo de aquí!
Larguémonos pues, y dejemos a Ragnar con sus profundas meditaciones existencialistas. |
Jejeje, aysss, la verdad es que sí es dura la vida de aventurero, en eso creo que podemos coincidir todo.
ResponderEliminarMe ha gustado la versión de un Ragnar mayor (bueno, más mayor) en plan abuelete contando sus batallitas. ¡Ojalá algún día yo tenga nietos a quien contarle nuestras aventuras y desventuras!
Que usted envejezca bien y no desanime a todos los críos que quieren fama, gloria y coronas de oro, señor Ragnar.