Bienvenidos de nuevo a esta hiriente sarta de mamarrachadas, completamente perjudicial para la salud mental, y que seguramente, esté prohibida por la convención de Ginebra, cosa que nos la refanflinfla completamente ya que aquí seguimos, erre que erre. Podeis llamarnos rebeldes si quereis.
Hoy continuamos con el segundo volumen del cuarto acto de la campaña "El Enemigo Interior", una partida que estuvo llena de tensión, intriga, y dolor de barriga, y que de haber acabado de otra forma, habría hecho las delicias del director, y cronista de este blog para serviros, pudiendo tener una excusa para llevar Warhammer a cotas nunca vistas antes, y forrarme de paso con un nuevo juego de mi creación ambientado en la franquicia: Warhammer Holocausto.
¿Qué por qué lo digo? Ya vereis, ya... Os dejo con el resumen de Leti, y mis siempre cómicas y nunca lo suficientemente bien valoradas, imágenes con chascarrillo.
3 de Pflugzeit:
Al bajar a desayunar la posadera nos hizo llegar un papel pero como ninguno sabemos leer ni escribir tuvimos que buscarnos la vida y acudir a Joseph, quien nos había llevado en su barco hasta la ciudad. Arty se compró unas ropas más mundanas para tratar de pasar desapercibido en “la fosa” tras la pelea de la tarde anterior y, de paso también, porque simular que era un noble ya no tenía mucho sentido cuando sabíamos que todo lo de la herencia había sido más falso que las balas del Equipo A.
Al regresar nuestro querido ladrón de tumbas nos informó de que en la nota Magirius nos citaba “urgentemente” en su casa de Adel Ring, el barrio de los adinerados.
Al regresar nuestro querido ladrón de tumbas nos informó de que en la nota Magirius nos citaba “urgentemente” en su casa de Adel Ring, el barrio de los adinerados.
Y en la mente de todos, apareció el almirante Ackbar avisando de lo evidente. |
Aunque olemos la trampa a millas de distancia no evitamos el encontronazo, por que tampoco es que tuvieramos muchas más vías de investigación. Acudimos al artesano simpático que nos arregló las armaduras para conocer cuál es el escudo del gremio al que representa Magirius y, de ahí, a Adel Ring a buscar su casa.
La pequeña halfling consiguió colarse dentro de la casa con su hermano pero al escuchar un gruñido y más acojonada que Naranjito en una fábrica de Zumosol, hizo entrar al resto del grupo para que, una vez dentro, comprobásemos que nuestras sospechas eran ciertas:
Nos encontramos el cadáver del pobre Magirius tras su escritorio pero nos había dejado un buen regalo: con su propia sangre había escrito en el lateral de la mesa “ALMCN 1” (y lo que parecía un 3 o un 7). Pero en ese momento Arty, que vigilaba la calle desde la puerta de la casa, nos avisó de que varios guardias liderados por un hombre pequeño y de aspecto enfermizo iban a entrar en la casa. Salimos corriendo hacia el patio trasero pero un par de guardias atraparon a Ragnar antes de que pudiera trepar el muro, a pesar de que Karin encontró una escalera con la que hacerlo mucho más rápido.
Gracias a su puntería, Viktor logró apedrear al guardia que apresaba al enano dejándolo atontado y permitiéndonos aupar al mismo para salir cagando leches de allí.
Pero los guardias eran muy rápidos y, por supuesto, aparte de porque estaban vendidos a la orden de Teugen, el hecho de encontrarnos en casa de Magirius con su cadáver aún fresco no ayudaba. Finalmente Ragnar decidió sacrificarse para que el resto pudiéramos escapar. Se puso en medio para que los guardias intentasen arrestarle (aunque les costó lo suyo, dicho sea de paso), y los demás pudimos echar a correr en dirección a los muelles.
Al lado de este grupo, el tío de la foto llevaba una vida tranquila. |
Una vez allí, decidimos sacar a la luz todo aquel jaleo cuanto antes, y así poder rescatar a nuestro compañero de las celdas de la ciudad, colándonos en ambos almacenes a investigar:
- El número 17, que pertenecía a los Steinhäger, y allí solamente hallamos varias cajas con el vino que Joseph había llevado a la ciudad.
- El número 17, que pertenecía a los Steinhäger, y allí solamente hallamos varias cajas con el vino que Joseph había llevado a la ciudad.
- En el número 13, perteneciente a los Teugen, tras mirar en el despacho encontramos cajas con velas negras, una túnica, cuchillos y algunos papeles que, por ciertos símbolos o escudos, nos parecieron sospechosos y/o importantes.
Claro que sí, lo mejor para que tus compañeros demuestren vuestra inocencia, es que se dediquen al allanamiento de moradas. |
Sin dejar de correr por Tutatis nos metimos en el Berebeli, Joseph era la única persona ajena a todo lo sucedido que pensamos que nos podía ayudar. El querido amigo de Magmar no quería saber más de todo lo que nos había pasado desde que llegamos a Bögenhafen, pero al ver el papel que le enseñamos no pudo quedarse a un lado de lo que sucedía: en la nota se informaba del ritual que se iba a llevar a cabo esa misma noche, estaba firmado por Johannes Teugen y, para colmo, tenía dibujado un pentagrama.
Joseph nos hizo un casi-último favor: por consejo nuestro accedió a llevarles la nota y la información de que disponíamos a los sacerdotes del Templo de Sigmar, que bien es sabido que son quienes con mayor vehemencia luchan contra el caos en las ciudades.
Sin saber muy bien si los sigmaritas harían caso o no nos mantuvimos escondidos en el Berebeli hasta después de cenar. Con varias horas por delante hasta la medianoche, que era la hora clave para el dichoso ritual (cómo no), y con la luna Morrslieb a punto de echársenos encima con una maldita y verdosa sonrisa de satisfacción, nos acercamos al almacén 13 para comprobar que estaba bien protegido por los de “la banda de Jefferson”.
Ningún problema tuvimos para cargarnos a los dos primeros que se interponían en nuestros planes de desbaratar lo que tramaba Teugen: pedradas y ballestazos a cascoporro, no les dio tiempo ni a decir “sooocorrooo pa de caracol".
Joseph nos hizo un casi-último favor: por consejo nuestro accedió a llevarles la nota y la información de que disponíamos a los sacerdotes del Templo de Sigmar, que bien es sabido que son quienes con mayor vehemencia luchan contra el caos en las ciudades.
Sin saber muy bien si los sigmaritas harían caso o no nos mantuvimos escondidos en el Berebeli hasta después de cenar. Con varias horas por delante hasta la medianoche, que era la hora clave para el dichoso ritual (cómo no), y con la luna Morrslieb a punto de echársenos encima con una maldita y verdosa sonrisa de satisfacción, nos acercamos al almacén 13 para comprobar que estaba bien protegido por los de “la banda de Jefferson”.
Ningún problema tuvimos para cargarnos a los dos primeros que se interponían en nuestros planes de desbaratar lo que tramaba Teugen: pedradas y ballestazos a cascoporro, no les dio tiempo ni a decir “sooo
Escondimos ambos cuerpos (¡mierda! acabo de darme cuenta de que no los saqueamos después de esconderlos, cómo se nota que el jugador que lleva a Arty no estaba XD), y tras dar más vueltas que un tonto aquí y allá pensando en mil planes mientras veíamos llegar carruajes con gente, llegó la caballería: 6 sigmaritas bien uniformados y con bastante mala leche pidiendo entrar en el almacén. ¡Bien! ¡Habían acudido a la cita tras nuestro aviso! Al menos no estábamos tan solos en todo este jaleo… (fue un alivio, la verdad, ver que no todo el mundo en la ciudad estaba comprado por la dichosa “Ordo Septenarius”).
Yo también estaría aliviado teniendo a 6 tíos como este apoyando mis razones. |
Mientras los sigmaritas discutían con los matones que protegían la puerta delantera se nos ocurrió la idea definitiva: prender fuego al almacén, con los cabrones ritualistas y herejes dentro, por supuesto. Así que recordando que habíamos visto botellas de vino en el almacén 17 nos dirigimos hacia allí cagando leches. Por desgracia no pudimos llevarnos ninguna pues había un vigilante en la misma que por poco nos pilla.
Así que con las manos vacías volvimos al 13 y, aprovechando la distracción que creaba la discusión, cada vez más acalorada, de los sigmaritas con los “guardias”, nos colamos en el mismo. Allí encontramos algunas botellas de licor y lo demás fue rodado: encerramos y atrancamos la puerta que daba al sótano, donde se estaba llevando a cabo todo el jaramillo, y prendimos fuego (gracias al aceite de lámpara de Arty) al lugar, volviendo a salir después sin ser vistos.
En pocos minutos se lió parda y a causa del humo que salía del almacén los sigmaritas entraron a la fuerza, los matones echaron patas y el fuego llamó la atención de todos los almacenes y casas adyacentes.
Así que con las manos vacías volvimos al 13 y, aprovechando la distracción que creaba la discusión, cada vez más acalorada, de los sigmaritas con los “guardias”, nos colamos en el mismo. Allí encontramos algunas botellas de licor y lo demás fue rodado: encerramos y atrancamos la puerta que daba al sótano, donde se estaba llevando a cabo todo el jaramillo, y prendimos fuego (gracias al aceite de lámpara de Arty) al lugar, volviendo a salir después sin ser vistos.
En pocos minutos se lió parda y a causa del humo que salía del almacén los sigmaritas entraron a la fuerza, los matones echaron patas y el fuego llamó la atención de todos los almacenes y casas adyacentes.
Vamos, que la liaron parda. Y sin mezclar "ácido clorhídrico con no sé lo que era" |
Dentro se oían gritos y no tardamos en escuchar cómo algunos sacerdotes se encontraron con el sidral que había en el sótano. Mientras vecinos y trabajadores de los muelles ayudaban a sofocar las llamas del piso superior, nosotros bajamos al inferior para encontrarnos con varios sectarios entonando algo sin cesar, un sigmarita chamuscado en la pared y otro aún vivo peleando contra dos hombres, uno de ellos era el pequeño de aspecto enfermizo que vimos en casa de Magirius. Además, en el suelo había dibujado un enorme pentagrama rodeado de velas negras (“¡te vi a poner dos velas negras!”) sobre el cual estaba llevándose a cabo dicha pelea, y en la que estaba de pie con los ojos inyectados en sangre un hombre de piel muy pálida y de llamativa estatura que, sin lugar a dudas, era Johannes Teugen. Para colmo, como bien había dicho Magirius, una hermosa joven, claramente un sacrificio, yacía muerta con el corazón arrancado del pecho, tal como encontramos a Godri, el enano que hayamos muerto en las alcantarillas.
Ambos halflings se dedicaron a lanzar pedradas al jefe Teugen sin importar lo que pasase alrededor, por lo cual Viktor se llevó un buen relámpago que lo dejó bailando entre la vida y la muerte. Por su parte, Arty se apresuró a ayudar al sacerdote en la pelea contra el maldito Gideon (primo de Johannes que contaba con una lengua bífida), aunque saliendo bastante mal parado por un “fire bolazo” de Johannes; y Magmar, tras algunos tiros desde la distancia, se lanzó a por el cabecilla hacha en mano consiguiendo, tras algunos dramáticos instantes, matarlo.
Sin embargo, Gideon seguía vivo y pidiendo a los sectarios que no interrumpiesen el maldito cántico, lo cual consiguió solo hasta que el pánico pudo con ellos. Éstos salieron corriendo sin importar que los halflings siguieran en medio y, aunque Karin logró echarse a un lado a tiempo, todos temimos por la vida de Viktor cuando los 7 sectarios le pasaron por encima. Por suerte la peor parte se la llevó su armadura, pues esta vez la escasa armadura que llevaba salvó la vida del pequeño Villaverde, aún a costa de acabar hecha papilla.
Ambos halflings se dedicaron a lanzar pedradas al jefe Teugen sin importar lo que pasase alrededor, por lo cual Viktor se llevó un buen relámpago que lo dejó bailando entre la vida y la muerte. Por su parte, Arty se apresuró a ayudar al sacerdote en la pelea contra el maldito Gideon (primo de Johannes que contaba con una lengua bífida), aunque saliendo bastante mal parado por un “fire bolazo” de Johannes; y Magmar, tras algunos tiros desde la distancia, se lanzó a por el cabecilla hacha en mano consiguiendo, tras algunos dramáticos instantes, matarlo.
Sin embargo, Gideon seguía vivo y pidiendo a los sectarios que no interrumpiesen el maldito cántico, lo cual consiguió solo hasta que el pánico pudo con ellos. Éstos salieron corriendo sin importar que los halflings siguieran en medio y, aunque Karin logró echarse a un lado a tiempo, todos temimos por la vida de Viktor cuando los 7 sectarios le pasaron por encima. Por suerte la peor parte se la llevó su armadura, pues esta vez la escasa armadura que llevaba salvó la vida del pequeño Villaverde, aún a costa de acabar hecha papilla.
Tras verse solo y abandonado a su suerte poco tardó Gideon en ser aniquilado también, explotando en mil pedazos mientras en nuestras cabezas resonaba una atronadora voz demoníaca que le anunciaba el castigo por no haber cumplido su palabra, y que después (no sin el acojono general presente) se llevaba los trozos de su cuerpo con unas garras que emergieron del suelo para desaparecer segundos después.
Y junto a la invocación demoniaca, jodieron también un final apocalíptico de proporciones bíblicas que el director esperaba desatar con ansia. |
Una vez a salvo de demonios y rituales caóticos subimos para ayudar a extinguir el fuego pero pronto la guardia de la ciudad solicitó de nuestra presencia. No opusimos resistencia. Nos encerraron en el mismo calabozo en el que estaba Ragnar, con algunos moratones por el forcejeo con los guardias, y le contamos lo sucedido.
4 de Pflugzeit
Tras casi todo el día encerrados en el calabozo de la guardia de la ciudad nos sacaron del mismo exculpándonos de todos los cargos y falsas acusaciones que se habían hecho sobre nosotros. Gracias a la Orden de Sigmar, a los sacerdotes que estuvieron presentes en la escena del ritual y las palabras de Joseph asegurando que fuimos nosotros los que hicimos llegar el aviso a los mismos.
Una vez fuera, respiramos tranquilos el aire puro de la ciudad y nos fuimos derechos al Berebeli para celebrar con buen vino junto a Joseph que habíamos salido vivos, aunque no ilesos, de esta.