27 de Jahdrung
Nos dirigimos al puerto, en busca de un transporte hacia Bögenhafen, y cuando estábamos en el mismo, un hombre nos comentó que podía ser que el capitán del Berebeli aceptara llevarnos, así que nos dirigimos hacia el barco en cuestión.
Vaya sorpresa nos llevamos cuando el capitán resultó no ser otro que Josef Quartjin, viejo amigo de quien escribe esta entrada, Magmar. Josef no sólo aceptó llevarnos, sino que nos pagaría por ayudarle a llevar el barco y manejar sus mercancías hasta nuestro destino, que era también el suyo, debido a que iba por una festag con casinos y furcias, de cuyo nombre no me acuerdo.
Como el Berebeli no soltaría amarras hasta el día siguiente, aprovechamos la tarde para ir a investigar el lugar en el que se metieron los dos hombres que le hicieron gestos a nuestro “Kastor” y el que les hizo entrar a la casa en cuestión.
Lo que descubrimos no nos tranquilizó demasiado. Tras entrar sin problemas, en esa vieja casa abandonada de tres pisos, más que para la halfling que rompió una de sus numerosas ganzúas, hayamos unas túnicas negras, de las que la ladronzuela aprovechó una para hacerse una capucha. Arriba, Ragnar, Viktor y Arty encontraron un pentagrama ya borrado en parte, con runas, lugar en el que en su día hubo velas, y sangre seca.
Hay que tenerlos de acero cromado, o ser muy avariciosos, para seguir adelante despues de descubrir esto. |
Al no descubrir nada más, nos fuimos de nuevo al Berebeli, donde Josef nos estaba esperando para irnos a celebrar nuestro encuentro, fiesta consistente en... ¡cerveza por supuesto! Aunque la fiesta acabó antes de tiempo, por un pequeño altercado.
Unos nobles larguiruchos, se dedicaban a escupir cerveza al resto de gente de la posada en la que estábamos festejando. Cuando lo hicieron con nosotros, e íbamos a enfrentarnos a ellos, un asesino al que conocían en toda la zona pesquera, nos detuvo, y nos amenazó para que nos quedáramos tranquilos. Como queríamos más cerveza y menos problemas hasta le hicimos caso.
Hay veces en las que la bronca es inevitable. Por suerte, no se encontraron con el tipo de la foto. |
Poco después de que los nobles se fueran, nos fuimos nosotros al barco, y aunque Arty escuchó algunos pasos por los que pensó que nos seguían, no tuvimos problemas. Aunque alguien los tuvo: A la mañana siguiente descubrimos que los nobles fueron asesinados esa misma noche, y por supuesto, la guardia nos buscaba como sospechosos.
Pero no nos encontró, ya que por la mañana, tras conocer al resto de la tripulación del Berebeli, Wolmar, Gilda y su bebé, soltamos amarras, y nos alejamos rápidamente. Y aunque en las esclusas del río, el barco hubo de parar, y los vigilantes de caminos subieron a la cubierta, no nos buscaban a nosotros. Por suerte fue una falsa alarma, por la que tanto Ragnar como yo ya nos estábamos armando...
El tiempo en el barco pasó rápido, entre obedecer a Josef con lo que nos mandaba, y ver pescar a Arty haciendo de nuevo uso y abuso de su pala multiusos.
Y tras algunas paradas sin importancia, llegamos después de tres días a Weissbruck, donde, antes de llegar al pueblo vimos a uno de los hombres que estaban en Aldorf: El que guió a quienes hicieron gestos a Arty a la casa abandonada.
Como Josef no nos necesitaba hasta el día siguiente, fuimos en busca de un galeno para que me curara, y después, en busca de ese hombre, al que Karin había visto entrar en la posada “El oro negro”. Tras comer y beber allí (por cierto, vaya mierda de cerveza) y enterarnos que el hombre no se alojaba en esa posada, fuimos hasta otra, “La trompeta” cuyo dueño era un enano, que nos sirvió buena cerveza, y buena información. Nos contó que el hombre era un cazarrecompensas y que estaba contratando a gente del pueblo con intención de detener a un grupo de personas que iban a llegar a la ciudad. Incluso nos dio el número de la habitación del hombre, y no hizo más preguntas al ver a Arty y Karin subir hacia allí. Aunque claro, por una moneda de oro, yo tampoco haría muchas preguntas...
Cuando bajaron y salimos de la posada, nos contaron que había una carta, una ballesta, tal vez la misma con la que le habían visto Karin y Arty desde el Berebeli, y algún útil más de su profesión, aunque Arty rompió la ballesta, y Karin cogió la carta, que nos tradujo Josef cuando volvimos al Berebeli.
En la carta, dirigida a Adolphus Kuftsos, nuestro perseguidor, se menciona a una sociedad cuyo nombre no se dice, de la que al parecer, Kastor Lieberung era miembro. Esa es la razón de que nos quisieran detener. ¿Quién era éste Kastor? Tal vez al pretender reclamar su herencia, nos metamos en más problemas. Pero... es que son mil monedas de oro para cada uno, aparte del título nobiliario para Arty. ¿Quién se resistiría?
Aunque Josef se preocupó demasiado por la carta, y Wolmar y Gilda parecían temernos desde el principio, Josef confió en mí, cuando le dije que pronto resolveríamos el problema.
Volvimos fuera de la posada “La trompeta”. Queríamos hablar con el hombre y aclarar el malentendido. O darle una paliza despues de cazarlo con una buena trampa, lo que fuera más fácil:
Arty: - ¿Quién sabe poner trampas?
Karin: - Yo.
Ragnar: - Yo no quiero trampas, quiero pegarles.
Arty: - Pues ponemos una trampa de la que salgas tú para pegarles.
Karin: - Yo.
Ragnar: - Yo no quiero trampas, quiero pegarles.
Arty: - Pues ponemos una trampa de la que salgas tú para pegarles.
Él, le pondría su sello de calidad a esa trampa. |
Cuando una hora y algo más después salió el hombre de la posada, Viktor “Rastreator” le siguió. Y por supuesto, nosotros seguimos a Viktor, con lo que vimos cómo se reunía con algunas personas en las afueras de la ciudad, para luego volver a entrar en ella solo.
O esa era al menos su intención. No lo logró. Queríamos pararle, aturdirle tal vez para poder interrogarle sin que nos atacara. Pero acabamos matándole. Los halflings son más peligrosos de lo que nunca habría imaginado. Creo que los demás tendremos que pedirles que nos enseñen a manejar la honda.
Esto es lo que el grupo entiende por "aturdir con un golpe a alguien". |
Lo único que sacamos en claro es que el hombre había confundido a Arty con Kastor, pues le llamó con su nombre. Bueno, y también sacamos... su malla, su bolsa y su espada, antes de enterrarle.
Jejeje, la fiesta que va a haber en Bögenhafen se llama Schaffenfest (menos mal que me lo apunté, qué manía tienen estos alemanes de marginar a las vocales).
ResponderEliminarTras esta aventura solo nos queda intentar descubrir la manera de demostrar que Arty-Kastor no pertenece a la secta esa (a ver cómo cojones hacemos eso), porque somos unos avariciosos y queremos los dineros y Arty quiere su titulito de noble; y además más nos vale no acercarnos por Altdorf en un tiempo para que no nos arresten aunque seamos inocentes.
Yo, por mi parte, debo decir que no tenía intención de matar al cazarrecompensas... pero la última pedrada lanzada por mi honda cogió más fuerza y velocidad de la necesaria e hizo "katakroken".
Lo mejor fue Arty comentando mientras pensaba en enterrar el cadáver:
"Voy a cambiar mi peor pesadilla por 20 halflings meneando la honda" (y es que no es para menos... yo misma me asusto de los destrozos que causamos Viktor y yo).
Supongo que es lo que tiene el comer 5 o 6 veces al día en vez de 3, tenemos muchas energías y sin Chiquilín ni Zumosoles.
Un saludito de la pequeñaja e inocente Karin :P
Schaffenfest = Festag
ResponderEliminarY como Festag es más fácil... ¿para qué quedarse con el otro nombre? :P
"Esto es lo que el grupo entiende por "aturdir con un golpe a alguien"
xDDD El mejor ejemplo que podías encontrar xDDD
Cierto, había olvidado los nuevos temores de Arty después de lo sucedido en la aventura. Ahora mismo edito la entrada para reflejarlo :b
ResponderEliminarA partir de ahora, de las trampas saldrán los halflins y los enanos cocinarán para el resto. Son tiempos extraños.
ResponderEliminarEn la próxima partida usaré la pala a modo de sartén para cocinar. Voy a darle más usos a ese objeto que Barragán XDD (Para los jóvenes, el de No te rías que es peor)