martes, 29 de marzo de 2011

ACTO 3

Nuevo resumen de partida perpetrado por Leti, quien vuelve a deleitarnos con la visión del mundo desde la perspectiva de un halfling.

Mitterfruhl

Tras varios días de viaje por el Río Bogen llegamos a nuestro destino en el bonito y primaveral día de Mitterfruhl (una Festag como está mandao). Nos maravillamos al comprobar que es una ciudad grande y, como nos informa Joseph, es una ciudad que vive sobre todo del comercio. Nuestro anfitrión nos pide que le ayudemos para una última cosita antes de pagarnos (ir a las “Oficinas Herr Ruggbroder” para avisar de la llegada del Berebeli y sus mercancías pertinentes). Una vez hecho esto teníamos todo el día por delante para ver la fiesta y conocer poco a poco Bogenhafen.

Una vez que llegamos al lugar donde estaba el recinto ferial o festivo, nos dedicamos a curiosear los puestitos como buenas mujeres (uy, perdón, si solo hay una :P) en busca de alguien que pudiera sanar las heridas del pobre Magmar, que aún estaba fastidiado de cuando el otro enano del grupo se le cayó encima desde el carro y lo dejó para el arrastre, ya que al ser fiesta, hasta los galenos estaban de vacaciones. Que eso os sirva de lección, niños, nunca os sentéis junto a un enano en un lugar susceptible de ser frágil o movido.

Y tampoco le recojáis la pastilla a un elfo si no os molan los deportes de riesgo.
Mientras la simpática sanadora intentaba curar a Magmar (devolviéndole las costillas a su sitio o algo así, seguro) y vendernos unas muy pocas pociones curativas, Ragnar se dio cuenta de que le habían robado el monedero. ¡Malditos sean! Me quitaban el trabajo y delante de mis propias narices… ”¡Vendrán de fuera y te quitarán la comida!”, si ya me lo decía mi mami.
Tras el monumental mosqueo por el robo decidió  ir a denunciarlo a la ertzaintza, o lo que en aquellos tiempos era la guardia imperial, y mira tú por dónde, en el mismo recinto ferial habían instalado un tribunal para juicios rápidos con los que tratar los delitos prepretados duante los días de fiesta.


Fuera del puesto del tribunal, había una picota y en ella colocado un pobre enano (de nombre Godrin) con aspecto sucio y olor a vino al que unos niños le estaban tirando verduras. Ragnar, con su enfado en aumento, los espantó después de que yo me quedase a gusto dándole una colleja a uno.
Me daba canguelo entrar por si se quedaban con mi cara pues ya había visto que había  mucha gente, y podía ser una buena ocasión para dejar volar mis deditos entre monederos y bolsas. El resto pasaron dentro a hablar con el Juez Richter. Nada se podía hacer por recuperar su dinero por ahora. No podríamos esperar menos, poco ha cambiado la justicia desde entonces.

Al salir mis compañeros, dieron paso al juicio unos rufianes que habían montado alboroto en una taberna por defender a un elfo, un elfo de pelo plateado y ojos grises que todos los jugadores reconocimos al instante y que resultó ser todo un guiño, ya que era uno de los PJ-s de la anterior campaña que jugamos: Beör 10 años antes de lo sucedido en aquella historia. Aunque los personajes ni siquiera se fijaron en él demasiado.

- “Por cierto, no he dicho nada pero el tiempo acompaña” (DJ Akrabu)
- “Ah, pues entonces somos 6” (Dani)

De vuelta a la feria Ragnar decidio apuntarse a pelear con puños en un ring improvisado para sacar dinero de incautos y apostadores… a  ver si se podía llevar algo para la saca ahora que se había quedado más pelao que la que está escribiendo esto.
Le tocaba  pelear contra “Bruto” Braugen, un enorme hombre todo sudado y bien fuerte, durante 3 minutos seguidos. El “incauto” Arty-Kastor Aprovechó para apostar de todo a favor de nuestro enano y así, intentar sacar más tajada.

Si el de la derecha es "Bruto" Braugen, el de la izquierda es Ragnar. La cosa no empezó bien que digamos.
Mientras la pelea daba comienzo, en el recinto junto al ring comenzó a llamar la atención de ambos halflings un llamativo feriante, anunciando que tenía enjaulados a seres extraños y deformes provenientes de todo el Imperio y más allá: “El museo zoológico del Doctor Malthusius”.

Y en el momento en el que Ragnar perdió el combate quedando totálmente hecho una mierda mientras Arty gritaba horrorizado por haber perdido bastante dinero en las apuestas, Uldred (ayudante del Dr. Malthusius) era atacado por uno de sus animales extraños que logró escapar tras golpearlo: un goblin de 3 piernas.
Al pasar junto al ring Magmar con su odio visceral hacia todos los pieles verdes se abalanzó sobre él, y cuando lo tenía acorralado en la muralla de la ciudad le dió un buen hachazo que hizo sangrar abundantemente al amorfo animal, pero el cual logró escaparse hacia una entrada de las alcantarillas con una increíble agilidad.

Tras el escándalo inicial comenzó la tarea de cazarrecompensas de nuestro variopinto grupo: El Juez Richter nos ofreció 50 coronas de oro por atrapar al goblin para que no causara daños en la ciudad, y por otro lado el Dr. Malthusius nos dio otras 50 coronas si se lo devolviamos vivo.
 
Los ojos nos hacían chiribitas ante el dinero ofrecido, sobre todo a Ragnar, y allá que decidimos que nos adentraríamos en las alcantarillas en busca del rastro del bicho.

Lo mínimo que podían esperar encontrarse en las cloacas era esto. Pero ese día tocaba encontrarse con lo máximo.
Fuimos al Ayuntamiento a solicitar un mapa de los subterráneos de Bogenhafen y nos lo dieron tras insistir un poco pero cobrándonos 20 coronas para la fianza… Si devolviamos el mapa intacto nos las devolverían, pero estaba claro que nos habiamos quedado sin esas monedas, ¿verdad? Todos lo sabíamos y, aún así, nos arriesgamos a cogerlo… Se nota que somos vascos y nos van los retos.
De paso también preguntamos sobre la dirección de los papeles de Kastor Lieberung.

Tras comer (Viktor y yo dos veces, por supuesto) bajamos a las alcantarillas nada más que con lo puesto: sin cuerdas, ni nah de nah, nos gustaba el riesgo (demasiado, quizá). Viktor “Rastreator” encontró el rastro de sangre del goblin desde donde se coló el mismo y comenzamos a seguirlo cada vez con menos esperanzas de que siguiera vivo. Por supuesto, sobra decirlo, pero el olor no era muy agradable allá abajo y la suciedad y guarreridas varias estaban por doquier. En esto que nos encontramos con el cadáver del pobre Godri (el enano al que estaban unos niños tocando los huevos) con el corazón arrancado del pecho.


Arty lo echó de una patada al líquido oscuro y cerdo que pasaba junto a la pasarela por donde íbamos caminando y el “agua” comenzó a moverse hasta que de ella emergio una cosa gelatinosa, peligrosa y… y… ¡a correr!
Los halflings, como locos, echaron a correr hasta mucho más adelante sin mirar atrás, pero el resto no tuvieron tanta suerte, ni prisas:



Ragnar resbaló cayendo al espeso y sucio líquido, pero en un alarde de heroísmo Arty con su Power-pala consiguio que el enano no se hundiera en el fangoso lugar y saliera de allí, lleno de mierda, of course. 



Si rascais con esmero, debajo encontrareis un enano muy cabreado.
- “Como me tenga que gastar aquí un Punto de Destino (una vida del Mario) me hago matador” (Ragnar al caerse al fango)
- “¿Y qué vas a matar? ¿Mierda?” (Arty mientras intentaba sacarlo de ahí)

Y mientras tanto el gelatinoso bicho tentaculado consiguio pegarse al techo cual lapa y caer justo sobre Magmar tragándoselo. Como suena. El puto bicho tenía dentro a nuestro amigo. Arty consiguio con su humana astucia prender fuego a su espada, tras empaparla en aceite de farol, y acuchillar al bicho, asustándolo con el fuego, y consiguiendo que este escupiese al enano antes de volver a sumergirse en su mundo de mugre y heces.



¡Síi! Bichos Lovecraftianos y humor escatológico, lo mejor para asegurarte el éxito de la partida.
Cuando nos juntamos los 5 de nuevo decidimos seguir buscando al goblin de las narices (en mala hora…). El rastro nos llevó tras una puerta muy sospechosa desde la cual (por una rendija) se veía una especie de círculo de cobre en el suelo en cuyo interior había dibujado un pentagrama. También algunas velas y huesos decoraban tan bonita estampa.
Y como a algunos nos podía la curiosidad y no podíamos dejar puertas sin abrir, pues allá que me mandaron forzar la cerradura para buscar al dichoso 3 patas.
Una vez dentro vimos al fondo también un aparador y un pañuelo rojo en el suelo.

Cuando nos acercamos al círculo y su pentagrama una figura se formó poco a poco ante nosotros: una especie de demonio alado con ojos de insecto, y unas alas correosas a la espalda que nos habló en nuestras mentes con una voz gutural, que nos hizo cagarnos de miedo, y es que no era para menos.
Nos pidió que nos marcháramos y al preguntarle, amablemente “Señor demonio, ¿ha visto usted pasar por aquí a un goblin de 3 piernas?” pues el señor demonio nos señaló la pelvis deshuesada y ensangrentada del animal a un lado de la habitación, junto a un montón de huesos en similar estado.
Yo, tonta de mi, corrí a intentar coger el trozo de hueso para tenerlo como prueba y por tal insolencia, me llevé tal soplamocos que poco más y me mata de una hostia con la mano abierta.
No es el demonio que se encontraron, pero viene del mismo infierno y es igual de espantoso.
Salimos por patas (como debíamos haber hecho tras el encuentro con la cosa gelatinosa) del alcantarillado y mientras Magmar y yo ibamos al Templo de Shallya ( a ver si nos pueden hacer cura sana), el resto se fueron a la feria.

Para sorpresa de los presentes, el Dr. Malthusius les pagó algunas coronas por las molestias (y supongo que también para que Ragnar y su ropa llena de mierda se fueran bien lejos).Y para mayor sorpresa aún, el Juez Richter les informó de que ya se había dado caza al goblin unas horas atrás, en uno de los almacenes de un adinerado mercader: Steinhäger. Muy, muy, pero que muy sospechoso, oiga.

De vuelta al Berebeli pasamos por unos baños públicos a quitarnos el olor a mierda, porque es que no tenía otro nombre, y una vez en el barco descansamos que nos lo teniamos merecido.

- “¿Qué tal vuestro primer día en Bogenhafen?” – nos preguntó Joseph mientras cenábamos.
- “El mejor día de mi vida: me han robado, me han apaleado, casi me ahogo y encima me he llenado de mierda” – le contestó malhumorado Ragnar.

Tranquilo Ragnar. Piensa que siempre hay alguien con quien compartir las desdichas.
Y, nunca mejor dicho, mañana será otro día XD.

PIFIAS DEL DÍA:
- Jago: 1
- Igor: 2

martes, 1 de marzo de 2011

ACTO 2

Continuamos con El enemigo Interior, y esta vez, con un resumen de partida escrito por Silvia, quien lleva a uno de los enanos del grupo: Magmar.



27 de Jahdrung

Nos dirigimos al puerto, en busca de un transporte hacia Bögenhafen, y cuando estábamos en el mismo, un hombre nos comentó que podía ser que el capitán del Berebeli aceptara llevarnos, así que nos dirigimos hacia el barco en cuestión.

Vaya sorpresa nos llevamos cuando el capitán resultó no ser otro que Josef Quartjin, viejo amigo de quien escribe esta entrada, Magmar. Josef no sólo aceptó llevarnos, sino que nos pagaría por ayudarle a llevar el barco y manejar sus mercancías hasta nuestro destino, que era también el suyo, debido a que iba por una festag con casinos y furcias, de cuyo nombre no me acuerdo.

Como el Berebeli no soltaría amarras hasta el día siguiente, aprovechamos la tarde para ir a investigar el lugar en el que se metieron los dos hombres que le hicieron gestos a nuestro “Kastor” y el que les hizo entrar a la casa en cuestión.

Lo que descubrimos no nos tranquilizó demasiado. Tras entrar sin problemas, en esa vieja casa abandonada de tres pisos, más que para la halfling que rompió una de sus numerosas ganzúas, hayamos unas túnicas negras, de las que la ladronzuela aprovechó una para hacerse una capucha. Arriba, Ragnar, Viktor y Arty encontraron un pentagrama ya borrado en parte, con runas, lugar en el que en su día hubo velas, y sangre seca.

Hay que tenerlos de acero cromado, o ser muy avariciosos, para seguir adelante despues de descubrir esto.
Al no descubrir nada más, nos fuimos de nuevo al Berebeli, donde Josef nos estaba esperando para irnos a celebrar nuestro encuentro, fiesta consistente en... ¡cerveza por supuesto! Aunque la fiesta acabó antes de tiempo, por un pequeño altercado.

Unos nobles larguiruchos, se dedicaban a escupir cerveza al resto de gente de la posada en la que estábamos festejando. Cuando lo hicieron con nosotros, e íbamos a enfrentarnos a ellos, un asesino al que conocían en toda la zona pesquera, nos detuvo, y nos amenazó para que nos quedáramos tranquilos. Como queríamos más cerveza y menos problemas hasta le hicimos caso.
Hay veces en las que la bronca es inevitable. Por suerte, no se encontraron con el tipo de la foto.

Poco después de que los nobles se fueran, nos fuimos nosotros al barco, y aunque Arty escuchó algunos pasos por los que pensó que nos seguían, no tuvimos problemas. Aunque alguien los tuvo: A la mañana siguiente descubrimos que los nobles fueron asesinados esa misma noche, y por supuesto, la guardia nos buscaba como sospechosos.

Pero no nos encontró, ya que por la mañana, tras conocer al resto de la tripulación del Berebeli, Wolmar, Gilda y su bebé, soltamos amarras, y nos alejamos rápidamente. Y aunque en las esclusas del río, el barco hubo de parar, y los vigilantes de caminos subieron a la cubierta, no nos buscaban a nosotros. Por suerte fue una falsa alarma, por la que tanto Ragnar como yo ya nos estábamos armando...

El tiempo en el barco pasó rápido, entre obedecer a Josef con lo que nos mandaba, y ver pescar a Arty haciendo de nuevo uso y abuso de su pala multiusos.

Y tras algunas paradas sin importancia, llegamos después de tres días a Weissbruck, donde, antes de llegar al pueblo vimos a uno de los hombres que estaban en Aldorf: El que guió a quienes hicieron gestos a Arty a la casa abandonada.

Como Josef no nos necesitaba hasta el día siguiente, fuimos en busca de un galeno para que me curara, y después, en busca de ese hombre, al que Karin había visto entrar en la posada “El oro negro”. Tras comer y beber allí (por cierto, vaya mierda de cerveza) y enterarnos que el hombre no se alojaba en esa posada, fuimos hasta otra, “La trompeta” cuyo dueño era un enano, que nos sirvió buena cerveza, y buena información.  Nos contó que el hombre era un cazarrecompensas y que estaba contratando a gente del pueblo con intención de detener a un grupo de personas que iban a llegar a la ciudad. Incluso nos dio el número de la habitación del hombre, y no hizo más preguntas al ver a Arty y Karin subir hacia allí. Aunque claro, por una moneda de oro, yo tampoco haría muchas preguntas...

Cuando bajaron y salimos de la posada, nos contaron que había una carta, una ballesta, tal vez la misma con la que le habían visto Karin y Arty desde el Berebeli, y algún útil más de su profesión, aunque Arty rompió la ballesta, y Karin cogió la carta, que nos tradujo Josef cuando volvimos al Berebeli.

En la carta, dirigida a Adolphus Kuftsos, nuestro perseguidor, se menciona a una sociedad cuyo nombre no se dice, de la que al parecer, Kastor Lieberung era miembro. Esa es la razón de que nos quisieran detener. ¿Quién era éste Kastor? Tal vez al pretender reclamar su herencia, nos metamos en más problemas. Pero... es que son mil monedas de oro para cada uno, aparte del título nobiliario para Arty. ¿Quién se resistiría? 

Aunque Josef se preocupó demasiado por la carta, y Wolmar y Gilda parecían temernos desde el principio, Josef confió en mí, cuando le dije que pronto resolveríamos el problema.

Volvimos fuera de la posada “La trompeta”. Queríamos hablar con el hombre y aclarar el malentendido. O darle una paliza despues de cazarlo con una buena trampa, lo que fuera más fácil:

Arty: - ¿Quién sabe poner trampas?
Karin: - Yo.
Ragnar: - Yo no quiero trampas, quiero pegarles.
Arty: - Pues ponemos una trampa de la que salgas tú para pegarles.

Él, le pondría su sello de calidad a esa trampa.
Cuando una hora y algo más después salió el hombre de la posada, Viktor “Rastreator” le siguió. Y por supuesto, nosotros seguimos a Viktor, con lo que vimos cómo se reunía con algunas personas en las afueras de la ciudad, para luego volver a entrar en ella solo.

O esa era al menos su intención. No lo logró. Queríamos pararle, aturdirle tal vez para poder interrogarle sin que nos atacara. Pero acabamos matándole. Los halflings son más peligrosos de lo que nunca habría imaginado. Creo que los demás tendremos que pedirles que nos enseñen a manejar la honda.

Esto es lo que el grupo entiende por "aturdir con un golpe a alguien".
Lo único que sacamos en claro es que el hombre había confundido a Arty con Kastor, pues le llamó con su nombre. Bueno, y también sacamos... su malla, su bolsa y su espada, antes de enterrarle.

Y así, volvimos al Berebeli, que partiría al día siguiente, 31 de Jahdrung con un grupo traumatizado por la eficacía armamentística de los halflings.


Esta tropa tiene más peligro que un Balrog en una gasolinera.