jueves, 2 de marzo de 2023

Codicia Sangrienta - Acto 1.4

Con todos los cabos del plan bien atados, al grupo ya solo le quedaba hacer las maletas y poner rumbo a Wolfenburgo. La duración del viaje se estimó en unos 2 meses, debido a que navegarían a contracorriente por todo el río Reik, y a que los negocios del elfo no se podían detener si quería seguir pagando a sus empleados, lo que conllevaría inevitables paradas durante el trayecto. Además, aprovecharían esas paradas para transportar viajeros, y el dinero ganado con ello serviría para pagar la comida y los peajes durante el transcurso del trayecto.

El último detalle que se concretó fue el nombre de la nueva empresa de Yngwie, y al muy lumbreras solo se le ocurrió el de Argentum Valley. Cosas inevitables cuando tres cuartas partes de los jugadores son informáticos.

16 de Pflugzeit

El grupo zarpó desde uno de los muelles de Marienburgo una nublada mañana. La primera semana del viaje fue tranquila y bastante aburrida. Mientras que Axel e Yngwie remoloneaban por el navío, Lïnara hizo migas con los dos marineros Falandar y Albert, despertándose una buena química entre ella y el elfo marinero; y Jorm continuó con sus estudios en la soledad de su camarote.

Sin embargo, la tranquilidad duró poco, pues cuando atracaron en Hageelstein durante la segunda semana se vieron inmiscuidos en los sucesos del pueblo. La hija del alcalde había desaparecido, y puesto que ya habían tenido problemas con Hombres Bestia tiempo atrás, todo el mundo la buscaba desesperadamente. Durante la noche del día 26, Jorm, quien se había quedado estudiando en el barco mientras el resto pasaba las horas en el pueblo, vio colarse a una niña rubia en La Luciérnaga. Agarrándola del pescuezo la sacó a rastras de allí alertando a la tripulación, y el alboroto acabó llamando la atención de la guardia y el resto de pasajeros de La Luciérnaga. Resultó que sí, que la niña era la hija de Götburger, el alcalde el pueblo, y afirmaba que huía de los gitanos del pueblo, quienes querían “hacerle cosas malas”. Con todo el mundo reunido, incluídos los gitanos a quienes una enfervorecida turba quería apalizar, Yngwie consiguió sonsacar la verdad a la niña, quien confesó que solo quería irse de aventuras a la ciudad. De modo que al final la noche terminó bien para todos, excepto para la niña, que probablemente se iba a quedar sin postre hasta que el cometa de 2 colas volviera a surcar el cielo. La guardia y el alcalde se la llevaron enfadados, los gitanos recibieron las disculpas pertinentes de todo el mundo, los ciudadanos del pueblo marcharon a sus hogares frustrados por que les habían dejado sin linchamiento, y nuestro grupo volvió al barco como unos héroes.
 
Sin Game Boy, nada como un linchamiento popular para entretenerse.

El siguiente acontecimiento reseñable del viaje ocurrió en Carroburgo durante la tercera semana del trayecto. En aquella parada, el patrón se estiró con los suyos al ver que todo iba saliendo según lo planeado, y además de algunos juegos de dados y barajas de cartas para el entretenimiento del personal, también compró unas cuantas botellas de vino del caro. Esto ayudó a levantar el aburrido ánimo que llevaba todo el mundo en el barco y hasta se permitieron el lujo de una buena comida que trajeron Yngwie, Lïnara y Johann de su paseo por Carroburgo, en donde se enteraron de que al parecer andaban revueltos en el palacio del Imperio, debido a que el Emperador Karl Franz había enfermado al igual que el Graf de Middenheim. Además de esto, en sus negocios por Carroburgo también fueron abordados por dos misteriosos extraños de marcado acento silvano que deseaban pagar por los servicios de transporte de La Luciérnaga, queriendo que llevaran discretamente una enorme y alargada caja de madera que bajo ningún concepto debían abrir. La suculenta cifra ofrecida por Vladimir y Boris, pues así se identificaron los dos sujetos, junto a sus extraños ropajes negros pasados de moda, el acento del este, y, sobre todo, el escudo de la siniestra familia Von Carstein tallado en la caja, hicieron declinar al elfo la jugosa oferta. El dinero que ofrecían era obsceno y habría venido muy bien para el futuro de la empresa, pero Yngwie sospechaba que aquel trato solo les iba a traer problemas nocturnos y una terrible anemia.
 
Todo muy normal y nada sospechoso con aquella pareja.

Así pues, una vez terminaron con lo que tenían que hacer en Carroburgo siguieron su trayecto y, en la cuarta semana desde que comenzaron el viaje, atracaron en Altdorf. Habían terminado con éxito la mitad del viaje en el tiempo estipulado y eso era motivo de celebración. Además, estaban en la capital del Imperio y esta tenía mucho que ofrecer, empezando por sus enormes bibliotecas que Jorm visitó para continuar con sus estudios y su trabajo para la empresa; y Lïnara aprovechó para volver a irse de juerga con Johann y Falandar, no desperdiciando la noche con el segundo, puesto que el bebercio ayudó a que este empezara a seguirle el juego en los continuos flirteos de Lïnara.

Y es en este punto cuando los jugadores confirmaron sus sospechas sobre las estratagemas del Director de Juego, puesto que en sus paseos por Altdorf acabaron visitando la mítica taberna de El Goblin Cojo, y se enteraron de que mucha gente se preparaba para viajar al famoso carnaval de Middenheim cuyas fechas estaban próximas. La aparición de tan clásica taberna de nuestras campañas y del Carnaval de Middenheim solo podía significar una cosa: estaban jugando una campaña paralela y coétanea a El Enemigo Interior que anteriormente jugaron. Y todos sabían que aquello había acabado como el rosario de la Aurora.
 
En este punto, las aviesas intenciones del que dirigía la campaña quedaron reveladas.