En el año 2019 yo y mis compañeros del trabajo nos declaramos en huelga junto a miles de otros trabajadores del sector en el que me muevo, para luchar por una renovación de nuestro convenio laboral. No fueron pocas las manifestaciones a las que acudí para unir mi voz a las de otra mucha gente que pedía a gritos una renovación de las tablas salariales, mejora de las condiciones laborales, limitación del plano de acción de las ETT-s para evitar abusos, mayores cambios en la legislación por los derechos de la mujer en el sector, y mil cosas más que habitualmente se exigen en este tipo de mogollones y que a estas alturas de la película no deberíamos estar pidiendo pancarta en mano. Durante todo aquel año vi, en riguroso directo, cómo los de la porra sacaban a pasear su herramienta entre gente que solo pedía poder pagarse el plato de garbanzos con dignidad. No llegamos a los extremos de los años 80, ni a ver situaciones como las que se vivieron en el pueblo de Reinosa en aquella década, pero sí que me dejó alucinado comprobar que patronal y gobierno tomaban acciones más en consonancia con el siglo XIX que con la modernidad de la que hacen gala con su palabrería.
El año terminó, se firmó un acuerdo, llegó el dichoso virus, las cosas siguieron igual a pesar de los apretones de manos, y todo el 2022 nos lo hemos pasado volviendo a dar por culo a los que mandan hasta que se ha vuelto a conseguir otro acuerdo... y más apretones de manos. Al menos hasta que a la gente se le vuelvan a inflar las gónadas.
Todo esto viene a que, aunque no
abrí el blog como una herramienta para expresar mis opiniones, hace poco vi algo en
el mundo del rol que volvió a hacerme hervir la sangre y que viene un poco a cuento
de lo que acabo de contar; por lo que por una vez expresaré mi postura ante las
acciones de algunas editoriales roleras pero, sobre todo, ante quienes las legitimizan al comprar lo que ofertan.
Esta imagen es tan buena que no hay pie de foto con la que poder mejorarla. |
Estando ya en situación y teniendo en cuenta el panorama laboral, pongamos que ahora, por ejemplo, alguien publica una oferta de trabajo para un departamento de calidad en cierta empresa, en la que se ofrece hacerle los ensayos y pruebas al producto correspondiente, a cambio de ser el primero en verlo y pagar la cuantía de su precio. Hablando en plata: una oferta de trabajo en la que en lugar de cobrar por hacer los ensayos de aprobación del producto, será el trabajador contratado quien pague a la empresa a cambio de la exclusividad de disfrutarlo antes de que salga al mercado. Suena aberrante, ¿verdad?
Bien, pues esto mismo es lo que yo veo cada vez que el anuncio de un crowdfunding de rol llega a mí, con “suculentas” ofertas para poder participar en sus partidas de testeo pagando un poquito más. Ni que decir tiene que en cuanto veo cosas como esta salgo corriendo en dirección contraria y sin mirar atrás, por muy tiesa que me la ponga el juego implicado.
Y todo esto lo comento tras llegar a mí la noticia del éxito del que dicen que es el mecenazgo de mayor éxito en el mercado hispanohablante, mecenazgo que entre las aportaciones que ofrecía a los compradores incluía el poder participar en el betatesting del juego. ¿Nos hemos vuelto locos? Nadie en su sano juicio aceptaría pagar por hacer un trabajo a cambio de ser el primero en ver el producto, pero es algo que veo que en ciertos sectores de ocio como el de los juegos de rol se ha normalizado de formas que rallan lo grotesco. Claro que viendo la editorial que hay tras el proyecto, y su historial… PUES TAMPOCO ME EXTRAÑA.
Con el primer stretch goal se desbloquean los latigazos por cuenta de la editorial. |
No faltará quien me diga que no es lo mismo. Que es un juego de rol, que en realidad vas a jugar y no a trabajar, que si tal y pascual. Primero, seguramente cualquier trabajador de las empresas de videojuegos que se dedique a testear los mismos antes de su salida al mercado no opinará lo mismo y, segundo, yo mismo he participado en diversos testeos roleros, algunos de exitosa repercusión he de añadir y, aunque no he cobrado por ello, como mínimo se ha reconocido mi labor en la página de créditos debido a mi trabajo en la creación del producto, eso al margen de otros estipendios no monetarios. Pero en ningún caso se me ha pedido que yo pagara de alguna manera por trabajar en el proyecto, en cuyo caso, muy generosamente habría levantado el dedo medio de mi mano para decirles que montaran en él y pedalearan.
Unas pruebas de juego son un trabajo que deberían tener por objetivo encontrar errores en el producto para corregirlos, no una diversión para el personal disfrazada de exclusividad. Simple y llanamente. Si luego la gente se lo pasa bien en el proceso, pues genial por ellos, seguro que también hay por el mundo algún sexador de pollos que se lo pase chipendi buscándole la huevada a los polluelos.
Cosas como estas son las que me hacen pensar en que tenemos lo que nos merecemos. Nos indignamos rápido con ciertas formas de actuar de las empresas, pero luego estas mismas empresas envuelven en papel de regalo con un bonito lazo sus mierdas de siempre y, en lugar de mandarles a cagar a la vía, el grueso de los clientes arroja fajos de billetes a sus carteras mientras se quejan de lo mal que está todo. Nada de lo que escriba en este blog que siguen cuatro gatos va a cambiar eso, pero me quedaré contento si, aunque sea de pura casualidad, alguien lo lee, le da un par de vueltas al tema y se lo piensa mejor antes de volver a meter su dinero en ciertos crowdfundings.