lunes, 25 de marzo de 2019

Apendicitis de la buena


Como ya comenté en una entrada anterior, el blog resucitó para poner a disposición de la gente algunas chorradas que se me habían ido ocurriendo con el tiempo; pero la idea de volver a los resúmenes de las partidas que dirigía con la peñita comenzó a rondarme la cabeza, sobre todo después de conocer en diferentes jornadas de rol, para pasmo y sorpresa míos, a seguidores del blog que pedían más “actual plays” sin haberse recuperado todavía de las secuelas provocadas por anteriores entradas.

Esto comenzó con la campaña El Enemigo Interior de Warhammer, que llegó a su fin cuando quedó clarinete que el grupo que la jugábamos no iba a poder llegar hasta el final, dadas las cada vez mayores complicaciones para quedar. Así pues, de mutuo acuerdo, ésta terminó en el cuarto volumen de la campaña, El Poder tras el Trono, y aunque no llegamos hasta el final, sí que le dimos un cierre digno sin dejar la historia colgada. Por diversos avatares de la vida, el grupo de juego se dispersó como aceite con gota de Fairy pero sin dejar de mantener contacto y, con el paso del tiempo, coincidieron varios factores que hicieron posible la vuelta a la mesa de juego.

El Enemigo Interior es una campaña densa, más espesa que una bechamel de cemento y llena de extras totalmente opcionales que pueden quedarse perfectamente sin usar, y eso sin contar los capítulos que los personajes se pueden pasar por el arco del triunfo dependiendo de sus decisiones. Nuestra campaña funcionó como creo que deberían de funcionar todas las aventuras y campañas oficiales, siendo algo totalmente personalizado al grupo y variando con respecto a lo que otros hayan podido jugar a causa de las decisiones de los jugadores. Así, hubo capítulos que no se jugaron, y otros salieron directamente de mi manga para poder enlazar tramas o darle coherencia a diferentes cosas, como el paso de los personajes por las diferentes profesiones a medida que ganaban experiencia. De esa forma, también se quedaron sin usar unas cuantas reglas enfocadas a apoyar algunas situaciones de la campaña, como por ejemplo las que se pueden encontrar en los apéndices del segundo volumen, Muerte en el Reik, y cuyo capítulo que se titula El río de la vida del Imperio expone reglas de comercio, de navegación fluvial, trasfondo relacionado con la vida en los ríos, escenas de juego para usar cuando los personajes naveguen por los mismos, o diferentes tipos de PNJ-s relacionados, así como algunos ejemplos de embarcaciones fluviales.

El título del segundo volumen auguraba sanas experiencias para los personajes.
Los apéndices que he mencionado me parecieron la caña, pero pensé acertadamente que los jugadores ya lidiaban con bastantes cosas y decidí pasar de ellos. Lo comenté con el grupo tiempo después y todos estuvieron de acuerdo en que aquello, aunque divertido, habría sido liar más la madeja sin necesidad, y para rellenos ya están las series de Netflix. Sin embargo, también estuvieron de acuerdo conmigo en que aquellos apéndices por si solos ya daban para un par de aventuras sueltas bastante interesantes si surgía la oportunidad de usarlos.

Y he aquí que surgió la oportunidad. Como he comentado más arriba, el grupo volvió a juntarse para lanzar dados, pero como no estaba claro que aquello fuera a durar mucho, la propuesta fue jugar los apéndices mencionados como una minicampaña que girara en torno al comercio fluvial, y ya nos plantearíamos volver al Enemigo Interior si la cosa tiraba para adelante.

Y así, con esto en mente preparé el asunto. Releí los apéndices, dispuse la trama general de la campañita en base a ellos y una soleada tarde nos juntamos para crear los nuevos PJ-s. Dichos PJ-s serían un poco más competentes desde el comienzo, dado que no se jugarían muchas partidas, así que las condiciones fueron las siguientes: los personajes comenzarían a jugar en su segunda profesión sin ningún tipo de restricción para elegirla, vamos, que se daría por hecho que ya disponían de todos los avances y enseres de la primera profesión, y además dispondrían de unos pocos PEX para invertir en la segunda.

¡Ay!, si le hubieran puesto esta dedicación a preparar unas oposiciones...
Los personajes que salieron de la primera sesión, que además de para hacer cuentas y repartir puntitos también sirvió para crear la historia de manera comunitaria, al estilo de los juegos modernos pero sin tantos aires de por medio, fueron los siguientes:

Yngwie Eathanil: Un elfo de ciudad recién emancipado del seno familiar, una importante familia de mercaderes de Marienburgo. Decidido a demostrar a la familia que él solito podía hacerse un nombre en los negocios, la minicampaña giraría en torno a sus intenciones de convertirse en un tiburón de las finanzas. Y al resto de personajes más les valía ayudarle, pues de sus éxitos saldrían sus sueldos. 

Lïnara Youngleaf: Lïnara era otra elfa con muy buenas relaciones con la familia del anterior, y que había trabajado como guardaespaldas y escolta a su servicio durante muchos años. Cuando el hijo díscolo decidió emanciparse, ella decidió continuar con los servicios a la familia encargándose de su protección, que el niño era el menos pijeras de la familia y más del gusto de la chica.

Jorm Irlssom: El enano del grupo. Pero esta vez, y sin que sirva de precedente, hablamos de un estudiante dedicado a las nobles ciencias de la ingeniería y la minería enanas, en lugar de ser un tanque acorazado preparado para repartir leña. Fue el único que no empezaría la campaña ya integrado en el grupo y que conocerían durante la primera partida.

Axel Buencamino: Obligado a horas extras de cambios de pañales por ser padre primerizo, desde el principio quedó claro que el jugador que se hizo cargo de este personaje no iba a poder asistir a muchas partidas, por lo que la solución pasó por hacer un PJ que pudiera dejarse de lado fácilmente cuando el jugador se ausentara de las sesiones de juego. Así pues, Axel no era otro que el chófer del elfo mercader, un halfling que se ganaba la vida encargándose de los caballos personales del jefe, y de llevar al señorito de aquí para allá en su flamante carro de alta gama con pintura metalizada y tapicería de cuero.

Y de nuevo, con una cuadrilla de bichos raros sin ningún humano por medio, nos dispusimos a volver al Viejo Mundo en una suerte de spin-off  de El Enemigo Interior.