El carnavalesco despiporre de Middenheim continúa ofreciendo todo tipo de sorpresas a nuestro grupo, que por cada nueva respuesta que logran a sus preguntas, les asaltan otras 53 nuevas. Ah, la vida del investigador, qué dura es. Y a esto hay que sumarle el descubrimiento de la casa de putas que es la vida en el palacio, algo que cuando ya no creen que les vá a volver a sorprender, los vuelve a dejar patitiesos con otro nuevo giro de argumento.
A este paso, que no les extrañe descubrir que los chimpancés tengan cabida en los juegos de alcoba del palacio. |
Pese a todo,
nuestros protagonistas lograron desbloquear varios logros durante la última
partida, y aunque siguen estando más perdidos que un XXX, sí que consiguieron
hacer al fin algún que otro avance importante en la investigación. Ahora toca
saber si serán capaces de hacer algo útil con los nuevos descubrimientos, o
volverán a irse de cañas.
26 de Sommerzeit, día 5: Bezahltag. Mañana Tempranera.
El grupo volvió a madrugar con la intención de aprovechar el día, y
mientras que los demás se largaban a hacer sus deberes mañaneros, a Arty le tocó
quedarse en el carromato por si a los elfos les daba por pasar por allí, y a
pasar una ligera resaca tras la farra de la noche anterior con Luigi (vaya
semanita que lleva Arty). Por un lado, Karin fue a ver a Albrecht, a ponerle al
día sobre lo acontecido hasta entonces, pero se encontró con que el buen
becario en prácticas estaba fuera de la ciudad, haciendo aquello para lo que lo
habían contratado, por lo que decidió ir a la Plaza de los Marciales a ver el
escpectáculo de Patinaje sobre Hielo, a dónde ya se había dirigido su hermano
Viktor a intentar abordar a algún VIP del palacio. Una vez reunido, y comenzado el espectáculo,
los hermanos vieron entre los asistentes a la princesa, su inseparable
Carabina, y a la ayudante del Gran Hechicero, además de a Rayane, quien
participaba en el evento sobre la superficie helada de la plaza, que tan bien
habían preparado los hechiceros de la ciudad.
El favorito de la competición era un elfo de nombre Torvil Urdean, quien
asombró a todo el mundo con sus acrobacias y campeonó el evento con un fuerte
alirón, pero la entrega de premios fue algo que se perdió la princesa y su
Carabina, no así Hanna, la ayudante del Gran Hechicero, y Rayane, que como
competidor se quedó hasta el final.
Finalizado el evento, los dos hermanos se pusieron manos a la obra, y
mientras que Viktor fue tras Hanna, Karin por su lado se fue en busca de
Rayane, quien se marchaba del lugar junto a un grupo de elfos muy bien vestidos
escoltados por varios guardias. Rayane se alegró de ver a Karin, le presentó al
grupo de elfos que habían venido a la ciudad desde Athel Loren con motivo del
carnaval, e incluso la animó a comer con él, que ahora se dirigía a reunirse
con Allavandrel para ello.
Karin y Rayane se juntaron con el Maestro de la Caza en el Gran Parque,
quien había asistido al espectáculo de Tragafuegos. Los tres juntos se
dirigieron a “El Ganso de La cosecha”, un local de buen comer regentado por
elfos al que los enanos no asistían por motivos obvios, y que tampoco era
frecuentado por halflings debido al orgullo herido por el excelente arte
culinario con el que allí se servía.
Una vez sentados en una mesa apartada de oídos y miradas indiscretas, y
con el comercio y el bebercio servidos, comenzó el intercambio de información.
Los elfos dijeron a Karin que Kirsten se negaba a que jugaran con la mente de
Dieter, pero tras la insistencia de los elfos había terminado por acceder, y
pese a la sorpresa inicial, los dos aceptaron que Luigi se encargara de la
sesión de hipnotismo al Campeón del Graf, ya que Allavandrel sabía por una
buena fuente, que Herr Doctor era de fiar. Al parecer alguien del palacio
estaba muy al tanto de todo lo que se estaba cociendo, y de los movimientos del
grupo, y sus intereses debían de estar con ellos ya que había contactado con
Allavandrel para ayudarles desde el anonimato, proporcionándole un dato
interesante que debían investigar: El Canciller Sparsam era un drogadicto, eso
era algo que ya sabían, pero lo que no sabían era que su camello era una mujer
que compraba la mercancía en “El Foso”. Una tal Frau Kenner.
Los dos elfos estaban muy preocupados por la salud del Graf y todo lo
que estaba sucediendo, ya que si algo le pasara al Graf, temían que las
consecuencias iban a afectar a otras ciudades, y a expandirse por el Imperio.
Karin quedó con los elfos a las 5 en el Bernabau, para realizar la
sesión de hipnosis con Luigi y Dieter, y al percatarse de que la hora se les
echaba encima y de que aún tenían que encontrar a Dieter para ello,
finiquitaron la comida, y se pusieron al lío, despidiéndose de la halfling,
quien se dirigió al carromato a encontrarse con los demás, aprovechando el
paseo para ejercer su negocio de latrocinio, y llevándose para la saca 1 chelín
y 1 penique. Qué se le vá a hacer, no siempre se acierta con una buena bolsa
necesitada de amor.
Tiempos de crisis para Karin. |
Y a todo esto que Viktor, tras el evento de patinaje sobre hielo,
abordaba a Hanna cuando esta se alejaba de la plaza de los marciales. Se dirigía a hacía el Gran Parque a
supervisar la organización del espectáculo de Flechas Rojas, tarea que le
habían encargado después de que el hechicero al cargo de las mismas durante los
últimos años dejara la ciudad por su enfado con los nuevos impuestos. Dijo que
estaban teniendo muchos problemas con ellos, pero poco podía contarle a Viktor,
ya que las tareas relacionadas con la política de la ciudad no entraban dentro
de sus competencias en el Colegio de Magia. Eso era algo que llevaba el Gran
Hechicero en persona.
Tras dar el visto bueno a la organización, y el inicio del evento, Hanna
y Viktor se marcharon a comer al “Mesón del Erudito” en un barrio del gremio de
Hechiceros, momento en el que Hanna comentó que los dos halflings cayeron muy
bien a la Dama de la corte Emmanuelle, entre anécdotas graciosas varias
relacionadas con la vida en el Colegio de Magia, y que fueron recompensadas con
otras tantas sobre las peripecias de la Compañía de la Pala Aulladora.
Una vez roto el hielo con el plato delante, y la bebida en los vasos,
Hanna fue cogiendo confianza en Viktor, soltando más información útil. A la
chica no le olían nada bien los impuestos, y pensaba que los Jueces Erlich y
Hoflich eran quienes habían votado a favor, ya que el Juez Wassmeier, al ser
miembro del Colegio de Magia, y un notable hechicero, no habría votado a favor
de unas leyes que íban en contra de sus propios intereses. Además, tanto ella
como el Gran Hechicero sospechaban de que Sparsam era quien estaba detrás del
origen de los impuesto, ya que era un amante de cualquier papeleo que engordara
las arcas de la ciudad. Al hablar del Canciller, Hanna fue alterándose, y
expuso claramente que el motivo eran las proposiciones indecentes que Sparsam
le hizo tiempo atrás, y que el Gran Hechicero tampoco vió con buenos ojos.
Después de evadir como pudo las preguntas de Hanna sobre el sospechoso
interés que mostraba por las cosas del palacio, que tonta no era, Viktor
también le preguntó por Goebbels. Hanna no sabía casi nada de él, pues no había
tenido trato con su persona, y además, opinaba que los comerciantes solo se
interesaban por el dinero.
La hora de la comida fue pasando y ambos tenían cosas que hacer una vez
terminada la zampación, por lo que tomado el postre, se despidieron muy
educadamente y Viktor marchó a reunirse con los demás al carromato.